LA REVOLERA

¡No nos moverán!

Paco Mora
viernes 19 de febrero de 2021

Ni siquiera las estridentes declaraciones del hombre de la moña contra la prensa, a la que hace responsable de todo lo que está ocurriendo en el país, que es mucho y malo, han logrado despertar a quien un día dijo que con un vicepresidente de tal jaez no podría conciliar el sueño. Y debe estar durmiendo a pierna suelta, porque no se entiende que el infrascrito no haya dicho esta boca es mía afirmándose en su política del avestruz, que, como se sabe, frente al peligro mete la cabeza debajo del ala. Al “insomne” no le importa mínimamente que su escudero pretenda una España amorfa, en la que desaparezcan todas sus señas de identidad. No solo los toros, también el fútbol trataría de borrarlo del mapa si hubiera nacido en este país. Para el pequeño dictador, incluso una prensa libre y democrática no tiene cabida en la nación que aspira a cabalgar a golpe de látigo y espuela. Cualquier día nos puede salir el menda con la pata de banco de un Ministerio de Prensa y propaganda.

Y ante tal panorama la prensa no sojuzgada a fuerza a euros, salvo honrosas excepciones, está dando la callada por respuesta al afán de poder y retorno a las cavernas que caracteriza al personaje. Solo la cadena televisiva de los curas ha levantado la voz ante el feroz ataque podemita, tras las elecciones catalanas y la condena del rapero Hasel. Y eso que la citada emisora debería aplicarse aquello de “cría cuervos”… y tendrás más, pues de sus ondas salió lanzado hacia la cumbre de la política española el por entonces “hombre de la coleta”, a la sazón convertida en moña. A ver quien la pone ahora el cascabel al gato…

¿Qué tendrá el poder que quienes lo consiguen no mueven un músculo por miedo a perderlo, aunque les chamusquen el antifonario con un acho de esparto ardiendo? Don Pedro come y calla como los niños buenos y deja hacer a su socio no sea que se enfade, y le dé por disputarle la presidencia que tanto trabajo le costó ganar. Que más vale llegar a tiempo que rondar un año. Pues ya se ha visto que el tigre de Galapagar no le tiene miedo a nada ni a nadie, y puesto a liarla, en su afán destructivo, no le importa arremeter contra la Monarquía, contra la Ley de Leyes, contra La Fiesta Brava ni contra el “sursum corda” si preciso fuera, para conseguir sus fines de mandarinato absoluto en este país otrora llamado España, que ha tomado por su feudo, y que si nadie hace algo serio y firme por evitarlo lleva camino de conseguirlo. Y mientras, el “insomne” continúa durmiendo.

Comenzó con la tauromaquia porque era cosa de fachas y señoritos, y además cruel con los pobres e inofensivos bicornes, y como el maldito coronavirus sabe con quién se junta, se ha aliado con él y su corte de paniaguados sin escrúpulos y demás tropa de reemplazo, en el empeño de intentar darle la puntilla a una multisecular tradición artística y cultural. Lo que ocurre es que aunque Don Pedro sestee, los que amamos la fiesta de los toros no nos dormimos en los laureles y estamos dispuestos a defenderla como algo muy nuestro que nos quieren robar impunemente.

Debe saber ese soñador para un pueblo con apellido de templo religioso, que los que llevamos la Fiesta en nuestro ADN no nos rendiremos facilmente. Y lo que no consiguieron durante siglos Papas, Reyes ni Generales, no lo va a lograr él por muchas filípicas que nos lance. Él tiene poco suyo que perder y nosotros tenemos en juego nada menos que un estilo de vida en el que la fiesta de los toros ocupa un lugar esencial. Y antes que por una España sin toros optaremos siempre por una España sin dictadorzuelos de vía estrecha con el alma carcomida por el ansia de poder.

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