EL PALCO
Toros de Millares en el campo. (Foto: J. Porcar)Toros de Millares en el campo. (Foto: J. Porcar)

No se lo pierda: el nuevo argumentario que necesita el toreo

Rafael Comino Delgado
martes 29 de septiembre de 2020

Todos los taurinos, en alguna ocasión, cuando hemos querido defender la tauromaquia hemos aducido que es tradición española y que es cultura. Pero de acuerdo con cualquier definición de cultura, todas las costumbres y tradiciones de un país son cultura de ese país (parte de su cultura), lo que pasa es que muchos confunden cultura con solo determinadas ramas de las letras y las artes, y creen que todo lo que sea cultura es bueno, por eso dicen que los toros no son cultura. Los que así piensan son incultos, porque ni siquiera conocen el concepto de cultura, e ignoran que todo el mundo tiene una cultura, pero no todo el mundo es culto. Culto es aquel que posee amplios conocimientos en las distintas ramas del saber. Por tanto, no confundir cultura con ser culto.

Sin embargo, creemos que no son los argumentos con más peso específico, más valor, porque hay muchas costumbres y tradiciones españolas, y de cualquier país o pueblo, que rechazamos por considerarlas actualmente fuera de tiempo. No tienen cabida en la actual civilización occidental. Por ejemplo, la esclavitud fue una tradición, y por tanto cultura, en muchos países -sigue habiéndola en otras formas- y hoy no la toleraríamos. Por cierto, la primera ley contra la esclavitud fue promulgada por la reina Isabel la Católica el día 20 de junio de 1500. Otro ejemplo: hay países en el mundo actual que tienen por tradición la ablación del clítoris a las niñas, y casarlas antes incluso de la pubertad, sin que ellas puedan opinar al respecto, lo que nos parece un disparate, pero es su tradición, su cultura, que no nos gustará, pero aun así sigue siendo cultura. El filósofo colombiano don Nicolás Gómez Dávila decía que “cuando es en nombre de una tradición que defendemos una cosa, estamos doblando a muerto”. Es decir, que si solo tenemos ese argumento para su defensa, es que ya está prácticamente muerta.

Para defender la tauromaquia hemos de recurrir, más allá de su vertiente cultural, a otros argumentos sólidos como su realidad artística, los valores que desprende, su aspecto ecológico, el económico…

Es por ello que para defender la tauromaquia hemos de recurrir, además, a otros argumentos más sólidos, que los hay, y no pocos, como:

1) Es una actividad artística.

2) Los principios que rigen y enaltecen la tauromaquia (ética, moral, verdad, dignidad, respeto).

3) Aspecto ecológico.

4) Aspecto económico.

Analizaremos brevemente cada uno de dichos argumentos, pero por hoy solo nos vamos a limitar al primero. Es una actividad artística:

En principio el toreo era simplemente una técnica para dar muerte al toro, que unos la hacían mejor y otros peor, pero con la llegada de Juan Belmonte, que concebía el toreo como una función del espíritu, y la introducción del temple, nació el arte, el toreo se convirtió en un arte, es decir, en la expresión de un sentimiento -el sentimiento torero- que genera belleza, y que podrá gustar más o menos, o nada. Se podrá ser más, o menos, o nada aficionado al toreo, como a otras artes. Se podrá entender mucho, poco, o nada del toreo, pero decir a estas alturas que el toreo no es un arte, es estar fuera de la civilización. Es un arte reconocido y admirado por miles de intelectuales, de personas muy cultas en el mundo. Y más aún, todas las artes tienen una serie de características en común, entre ellas la de ser expresión de un sentimiento, generar belleza, percibirse con la mente, sentirse con el corazón y converger en el alma, pero el toreo tiene unas connotaciones que le hacen ser arte único. Son muchas, pero solo traeremos a colación dos: se hace con otro ser vivo, que tiene reacciones propias, y el artista se juega la vida, es decir, es un arte que debe ser validado por el riesgo; el espectador tiene que percibir un gran riesgo al ver cómo el artista hace su obra de arte.

Se podrá ser más, o menos, o nada aficionado al toreo, como a otras artes. Se podrá entender mucho, poco, o nada del toreo, pero decir a estas alturas que el toreo no es un arte, es estar fuera de la civilización

Además, hay un hecho constatado por la historia, sin la menor duda, y es que el toreo es el arte que más inspira a los demás artistas de otras artes, tanto dentro como fuera de España. No hay arte que haya influido en las demás artes tanto como lo ha hecho el toreo. Así lo han dicho y escrito muchos autores.

El mismo Federico García Lorca, que algo de cultura sabía, ya dijo que “el toreo es probablemente la riqueza poética y vital mayor de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo”.

De acuerdo, pues, con García Lorca, el toreo puede inspirar más aún, sobre todo entre las personas especialmente cultas. Sin embargo, los antitaurinos, como no son capaces de comprender este arte, le desprecian, cumpliéndose así la reflexión de Nicolás Boileau (1636-1711. Poeta y crítico francés), quien dijo: “El ignorante siempre se admira a sí mismo y desprecia todo aquello que no comprende. La ignorancia no es solo el resultado de lo que se desconoce, sino el fanatismo con el que se ataca lo que se ignora”.

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