Durante un tiempo las plazas van a acaparar luces y protagonismo periodístico. También riesgos. La México tiene nuevos gestores y un reto por delante tremendo, devolverle la categoría que le confiere la historia y le quitó el día a día reciente; el desafío de la Santamaría de Bogotá no es menor, revitalizar la categoría eclipsada por el secuestro, no se puede decir de otra forma, al que le sometió el alcalde Petro durante cuatro temporadas; Madrid que tanto pesa, tendrá que valerse de un pliego la mar de castrante para mantener encendido en la buena dirección el faro que ilumine la temporada mundial, ya se sabe que lo que hace Madrid se copia; Málaga se la juega con otro pliego que determinará sus próximos gestores; Bilbao tiene por delante la obligación de mantener la afección de un Ayuntamiento convencido con los toros pero pendiente de las cuentas; el caso San Sebastián es peliagudo, no está claro que su consistorio, que anda coqueteando con unos y con otros en busca de un quimérico título democrático y modernista con un, al menos extraño, referéndum, tome en cuenta el tremendo éxito de la reciente Semana Grande. Mucha partida hay por delante. Teniendo en cuenta que el futuro se gana con grandes toreros pero también con buenos gestores al frente de las grandes plazas, comenzamos a jugárnosla. En realidad nos la seguimos jugando, la partida entra en un momento clave.
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