Atoda esa patulea de antitaurinos que vociferan en las puertas de las plazas de toros, pellizcan a las mujeres y cocean las espinillas de los hombres protestando contra la crueldad de las corridas de toros, les obligaría a desayunar cada mañana con la fotografía de la cornada de Julio Aparicio delante en tamaño cartel de feria.
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