Ha finalizado uno de los San Isidros más aburridos que uno recuerda en su ya larga vida de aficionado. Casi todas las corridas han pesado como verdaderas losas para quienes una tarde tras otra han permanecido fieles al cemento de los tendidos o a la pantalla del televisor, sin echarle cuentas a lo anodino de la tarde anterior.
Lea el artículo completo en revista APLAUSOS