Mucho antes que los gays, del armario salen nuestros muertos. La libertad que hemos ido ganando ha servido para airear la condición sexual, la política y la religiosa, pero en el armario siempre quedarán otros muertos. Los matados por nuestra inactividad, desidia, error, egoísmo. Están. Suelen caernos con estrépito sobre nuestras cabezas como esas cajas de polvo y olvido mal colocadas, cuando abrimos el armario buscando un álbum de fotos de recuerdos. Unos tienen la forma de un caballo de madera o de un exin castillo o de un coche sin ruedas. Son muertos veniales, uno lo descuidamos de la colección del idiota de agustinito, que tenía tantos que no los usaba, otro, el caballo quizás, fue la montura de todas nuestras aventuras no realizadas. Veniales. Los muertos mortales del armario son otros. Empezáis a coleccionar algunos, estimados toreros.
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