Voces del tendido

La suerte de varas y los indultos

Carlos Crivell
lunes 12 de julio de 2010

El indulto de un toro de Núñez del Cuvillo en Algeciras vuelve a poner sobre el tapete ese asunto tan controvertido del perdón de la vida de loa astados…

El indulto de un toro de Núñez del Cuvillo en Algeciras vuelve a poner sobre el tapete ese asunto tan controvertido del perdón de la vida de loa astados. El llamado Lanudo fue noble y duró mucho tiempo en la muleta. Sin embargo, puedo afirmar que el animal no se picó. Se pueden ver las fotos. Sobre el morrillo hay una divisa, las banderillas (colocadas de forma muy deficiente) y no se aprecia la señal de un puyazo por ninguna parte. El toro duró mucho porque, además de buena casta, no se picó porque el picador marró de forma voluntaria y Perera se llevó el toro al tiempo que solicitaba el cambio. Si un toro no cumple con unos mínimos en el tercio de varas no debe ser indultado.

Si se admite este tipo de indultos, estamos en puertas de la desaparición de la suerte de varas. No creo que haya ningún aficionado de verdad que esté de acuerdo con abolirla. El indulto debe llegar como consecuencia de la bravura medida en todos tercios de la lidia. Ese concepto de que la bravura es la lucha permanente hasta el final es una de las muchas falacias que han propagado los ganaderos y los taurinos en general. Nadie debe sorprenderse. El propio Álvaro Núñez del Cuvillo, en declaraciones posteriores, ha minimizado la importancia del caballo.

¿Y por qué se indultan estos toros que son tan buenos colaboradores de los toreros por su bondad y duración? Hay una evidente confabulación entre los ganaderos y los toreros, pero también es cierto que los públicos lo solicitan de forma enfervorizada. Son estos públicos modernos cuyos conocimientos taurinos son exiguos y que no son capaces de realizar un examen de la lidia desde el prisma del buen aficionado. Y quiero salvar a un presidente tan malo como el de Algeciras, ya que si se niega a la petición de la masa hubiera tenido problemas personales ante el frenesí de los solicitadores del indulto.

Los públicos incultos (en materia taurina) piden los indultos y se conceden con el argumento de que quien paga debe ser siempre contentado en sus peticiones. Esta afirmación es otra falacia. El que paga no tiene el derecho de tergiversar o manipular el espectáculo. No ocurre en ningún otro tipo de actividad. Por otra parte, los que gritan pidiendo arbitrariedades deberían ser contrarrestados por los que entienden de la materia.

Y este momento llega el papel de la prensa. Se supone que la prensa debería tener algún grado de influencia en la buena educación de los públicos. Sin embargo, cuando se lee o se escucha que el toro Lanudo fue una maravilla, que el indulto se veía venir desde que salió y cosas parecidas, se llega a la conclusión de que quienes deberían de ejercer como motor para la formación de los públicos de toros, tienen unos criterios erróneos, que posiblemente están amparados en razones más profundas que merecerían otro artículo más detallado. En definitiva, quienes asisten a las plazas están logrando que la suerte de varas sea un trámite, algo que parece que conviene a ganaderos y toreros. Estos indultos son una lacra grave para el futuro de la Fiesta. Además, resulta que Daniel Ruiz indulta un toro y se lo alquila a otro ganadero. El mismo Núñez del Cuvillo indultó uno en Granada y no lo ha utilizado como semental. El indulto ha quedado casi como una maniobra publicitaria. Y de nuevo conviene recordar que el que paga no siempre tiene razón.

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