La Revolera

Seis globos desinflados

Paco Mora
viernes 17 de mayo de 2013

Como la Fiesta está necesitada de aliento y no de derrotismo, me quedo con un principio de faena de Curro Díaz a su primero que, en otros tiempos de mayor sensibilidad en los tendidos, hubiera sido suficiente…

Como la Fiesta está necesitada de aliento y no de derrotismo, me quedo con un principio de faena de Curro Díaz a su primero que, en otros tiempos de mayor sensibilidad en los tendidos, hubiera sido suficiente para que esta noche en los corrillos taurinos madrileños se hablara del torero de Linares con admiración. Pero me temo que ya ni siquiera corrillos quedan. La gente corre hacia las bocas del metro para llegar pronto a casa y engancharse a las tertulias televisivas para atracarse de la indigerible bazofia política de cada día, trufada de mentiras e imaginarios brotes verdes. También David Galván ha dejado en Las Ventas, para los que todavía no hemos pedido el paladar, un perfume a tomillo y romero de promesa de buen torero andaluz. David Fandila “Facultades”, sigue siendo el campeón de  los cien metros lisos con las banderillas en la mano corriendo hacia adelante o para atrás al salir de la cara el toro. Y no hubo más. No había con qué.

Los de La Palmosilla han sido seis hermosos globos, que no han podido remontar el vuelo porque se han desinflado a las primeras de cambio. Filetes y solomillos a gogó, y cuernos para cubrir las cabezas de un ejército de vikingos. Pero la raza, la casta y la bravura brillaron por su ausencia. Burro grande ande o no ande, parece ser el empeño ganadero que nos arruina el espectáculo y ante el que se estrellan los esfuerzos de los toreros.

¡Ay! Como echo de menos aquellos toros de los años sesenta y setenta,  con menos romana, sin exageración de arboladuras y hasta con algún año menos, pero que se movían como demonios y con una vez que el torero les gritara “¡jeee, toro!” se venían encima seis o siete arrancadas seguidas. En contraste con los de hoy, que, después de insistir diez veces, el torero consigue media arrancada indecisa y somnolienta. Consecuencia; que entonces se saldaban las tardes con seis o siete orejas y los aficionados se quedaba en los alrededores de Las Ventas hablando de toros y dando pases al aire. Hoy salen bostezando. Derechitos al metro y a casa…

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