Que repiquen las campanas, que se abran los cielos y que Cascorro se beba la lata de gasolina para celebrarlo. ¡¡Don Julio sacó el pañuelo!! Le costó, pero lo sacó…
Que repiquen las campanas, que se abran los cielos y que Cascorro se beba la lata de gasolina para celebrarlo. ¡¡Don Julio sacó el pañuelo!! Le costó, pero lo sacó… Y Ferrera cerró su torerísima tarde con la pelúa en la mano, que debieron ser dos y puerta grande porque en el primero también se la mereció. ¡Qué tarde la del extremeño con los de Adolfo Martín! También Castaño, al que su primero le agujereó la mano derecha y salió vendado y dolorido a matar su segundo en sexto lugar cambiando turno con Aguilar, ha merecido pasear una oreja en su vuelta al ruedo en olor de multitudes. Porque ha toreado como se torea ahora a un toro de antes, que era un poquito mejor que sus hermanos de camada pero también falto de casta y desarrollando sentido como ellos.
Ferrera está que se sale. ¡Vaya dirección de lidia toda la tarde! ¡Vaya tercio de banderillas en el cuarto! ¡Y vaya manera de robarles muletazos con la derecha y con la izquierda a toros que no los tenían! Alberto Aguilar no ha bailado con la más fea sino con la horrible, porque los adolfos de sus compañeros de cartel ya eran feos con avaricia. El pequeño gran torero ha estado hecho un tejón y les ha administrado muletazos templados y de buen trazo a toros que sólo merecían machetearlos de pitón a pitón y meterles un bajonazo. Pero en vez de eso, tanto Alberto como Ferrera y Castaño se han tirado a matar como si estuvieran frente a los zalduenditos que no han catado en su vida. El picador Tito Sandoval y los banderilleros Sánchez y Adalid, teta de novicia. ¡¡Vaya espectáculo de cuadrilla!!
Creo que muchos nos hemos divertido esta tarde porque los toros de Adolfo nos han trasladado a otros tiempos, y a su través hemos tenido conciencia de cómo serían las corridas de los tiempos de Lagartijo, Guerrita y Frascuelo. Claro que con tres toreros de hoy con el concepto del toreo de Siglo XXI. Pero como seguimos estando en este siglo, hay que repetir como cantaba Manolo Escobar con su carro: Mi casta me la robaron, anoche mientras dormía: ¿Dónde estará mi casta…?
