La revolera

La imaginación al poder

Paco Mora
domingo 16 de marzo de 2014

“La imaginación al poder” y “quien no se arriesga no pasa la mar”, son dos frases perfectamente aplicables a Simón Casas. El reconocimiento, la categoría y el prestigio no se regalan; hay que ganarlos…

“La imaginación al poder” y “quien no se arriesga no pasa la mar”, son dos frases perfectamente aplicables a Simón Casas. El reconocimiento, la categoría y el prestigio no se regalan; hay que ganarlos. Algunos estarían deseando frotarse las manos con el patinazo que para ellos significaba que el empresario-productor comenzara las Fallas con tres novilladas. Pero les ha salido rana. Una vez más y van… Simón ha sido capaz de hacer lo que no hace ningún empresario taurino en estos tiempos críticos que vivimos.

Pero es que al saber le llaman suerte y el secreto de este empresario es que lo suyo no es una profesión; es una vocación. Le gusta el mundo del toreo más que comer con los dedos, y eso es lo que le da fuerza para jugársela y muchas veces le sale bien. Y  quien no lo intenta, ni bien ni mal, sencillamente no le sale. Simón sabía que económicamente esas tres novilladas eran una palmatoria, pero no era dinero para hoy lo que él buscaba sino la renovación de la Fiesta. Y a fe que ha demostrado, como decíamos ayer, que aquí hay toreros. Lo que necesitaban es que, como a Lázaro, llegara el Mesías que les dijera “levántate y anda”. 

Ocho novilleros han  demostrado en la plaza de Monleón de Valencia, que pueden caminar hacia la alternativa, a la que unos llegarán antes y otros después,  si se van colgando sus nombres en los carteles con novilladas como la de El Torreón y la de El Parralejo.  ¡Ah! Y con empresarios como Casas, capaces de ver unos palmos más allá de sus narices, sin que el egoísmo economicista les ciegue la imaginación. El toreo debe ser grandeza en toda su extensión. También para las empresas. Y en el toreo, como en todos los órdenes de la vida, no se puede construir nada desde la pequeñez de espíritu y la usura como norma. Hay que saber perder un euro hoy para ganar millones mañana. Y eso en el toreo, como en tantas otras cosas, no conviene perderlo de vista.

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