Tribuna

El toreo y la fisioterapia, dos artes que se dan la mano

Víctor Expósito Villar
miércoles 15 de septiembre de 2010

El torero, artista ante todo, se trata de un deportista de élite, requiere y necesita una preparación y cuidados antes, durante y después de su temporada taurina… Por Víctor Expósito Villar

Para muchos los toros son una afición, para otros una pasión, incluso para algunos además de su profesión, llega a ser un estilo de vida, su propia vida. Y es que el toreo despierta sentimientos que traspasan nuestra piel y el alma. La tauromaquia, es el arte que recoge y combina, funde y expresa la condición más humana, desde el instinto de supervivencia, hasta incluso, la muerte. El color y la luz, del albero y los tendidos, el cielo y las tablas, el traje de luces y sus bordados. La figura esculpida del torero en fusión perfecta con el toro y sus movimientos, la creación desde la muñeca y la cintura de las más bellas formas. La música, que ensalza y enaltece las más puras emociones. Y todo esto, y cada vez, de manera única e irrepetible.

El torero, artista ante todo, se trata de un deportista de élite, requiere y necesita una preparación y cuidados antes, durante y después de su temporada taurina, es decir, siempre. Son muchos los cientos de kilómetros que recorre para actuar de plaza en plaza, y día tras día, hoy terminamos en Pontevedra para torear mañana en el Puerto de Santa María, y así, casi todos los días durante los meses de Agosto y Septiembre, los más intensos de la temporada taurina. La mayoría de estos largos viajes los hacemos en coche salvo casos excepcionales que volamos en avión. Queda así que el torero, tras jugarse la vida en el ruedo y haber realizado un esfuerzo agotador, queda rendido al asiento de un coche, camino de un nuevo destino, en sueños de otra gran faena o, de un toro que esta vez humille y tenga recorrido, que embista bonito y, le deje hacer, le deje expresar, su toreo de verdad, el arte que lleva dentro. La llegada al hotel es de alta madrugada, e intenta entre desvelos, en una habitación solitaria, volver a dormir sobre otra nueva y difícil almohada.

Comienza un nuevo día y, tras un ligero plato de pasta o de un pescado a la plancha, una vez haya terminado de montar la capilla, y si ha habido tiempo de una breve siesta, el torero se dispone a recibir los cuidados de su fisioterapeuta. En la habitación, tras desplegar mi camilla portátil, y si no hay lesión o molestias nuevas, me dispongo a revisar la espalda y a estirar y calentar, antes de que el mozo de espadas lo enfunde de nuevo en el incómodo vestido de luces.

Otra vez sucederá la estética, pero también las posturas forzadas, los pases redondos y largos, pero también el peso del capote y la muleta. La adrenalina ante el toro, la responsabilidad ante el público y el aficionado, y el calor sofocante bajo un traje en demasía ajustado y pesado.

Si sumamos a todo esto la lejanía de la familia, una fuerte voltereta tras un mal paso, y no digo ya una cornada, el torero está sometido a un estrés continuo.

Las lesiones más frecuentes en el torero son:

-Contracturas musculares y disfunciones vertebrales sobre todo en la región cervical, dorsal y lumbopélvica, tendinitis en hombro, más en rotadores externos, o tendinitis en codo, la epicondilitis más frecuente, o a nivel de los tendones de la musculatura extensora en la muñeca, articulación radiocarpiana. Todas estas lesiones como consecuencia, en primer lugar de la acción de torear, en plazas y tentaderos, de malas posturas en largos viajes y hoteles, y el estrés y la presión psicológica en la que el torero está inmerso.

 

    • De origen traumático: contusiones, esguinces de rodilla, tobillo, muñeca y cervical, tendinitis o contracturas musculares postraumáticas, protrusiones o hernias discales.
    • Heridas por asta de toro.

 

La preparación a la temporada es en el campo y, hay que desarrollar un buen trabajo cardiovascular, pues posteriormente en la plaza, después de “valor y cabeza”, hay que tener fondo. Además de los imprescindibles tentaderos con becerras para entrenar y siempre aprender más, el toreo de salón es fundamental, carrera continua, y el pilates, con el que fortalecer, tonificar y estirar la musculatura, sobre todo en la columna vertebral y el cinturón pelviano.

Queda de manifiesto la necesidad del fisioterapeuta para el torero, mejorando su rendimiento, su calidad y bienestar físico y psíquico, pues no olvidemos que arriesga su propia vida, lo más preciado que tenemos.

 

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