Demostrado quedó que Vicente Ruiz "El Soro" tiene un valor espartano, una voluntad de hierro y una afición desmedida, pero bien está lo que bien acaba, y ahora hay que recuperar la calma y dejar de pensar en imposibles.
Valencia ha echado el corazón por la boca en la reaparición de El Soro en la plaza de la que fue ídolo indiscutible durante los años en que, repleto de juventud y facultades, supo crear el fenómeno del sorismo con su personalidad "sui generis" y su entrega insoslayable. El de Foyos ha mantenido toda la tarde en vilo y con la emoción ahogando sus gargantas a los miles de aficionados que llenaban la plaza de la calle de Xativa. Pero si la cheperudeta no hubiera metido la mano en el sombrero a mediodía, para sacar el lote con el que Vicentet pudiera cumplir su sueño, ahora estaríamos lamentando que la raza, la perseverancia y el cuajo de El Soro nos hubiera obligado a vivir una tarde trágica. La providencia ha evitado males mayores y ahora se impone el sentido común del propio torero y de quienes le animan a continuar con su aventura.
Demostrado quedó que Vicente Ruiz "El Soro" tiene un valor espartano, una voluntad de hierro y una afición desmedida, pero bien está lo que bien acaba, y ahora hay que recuperar la calma y dejar de pensar en imposibles. Que no es poco lo que ha conseguido para su satisfacción interior, así como para dejar patente que la voluntad de un hombre puede mover montañas. Torero, ahora vamos a recuperar la serenidad y a congratularnos que de esta noche puedas dormir tranquilo y feliz en tu cama, después de cenar en amor y compaña con los tuyos. Gran día para Valencia, gran día para ti y para tus fieles seguidores de siempre, pero por favor no nos hagas tomar mas cafinitrina. Ya sé que tiene el corazón razones que la razón no entiende, pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.
