Después de cómo se comportaron los mayores, los meritorios no tenían más opción que decir vamos allá, tragar quina y tratar cuanto menos de aprobar la asignatura de la decisión porque otros virtuosismos no cabían. Lo hicieron y cumplieron.
Otra tarde infernal. La climatología ha sido inmisericorde con las Fallas. Lluvia, viento, frío… no llega a ser por los precedentes del día grande y estoy señalando con ello a Juli y Perera, ya saben gente de fincas pagadas y cuentas corrientes generosas, que en condiciones semejantes, el día de San José, se arrimaron cual si estuviesen tiesos como el palo de un churrero o como si les hubiese arrollado el toro malaje de las preferentes, no llega a ser por esas referencias que seguían bien vivas entre los aficionados y ayer hubiese sido día para suspender. Pero después de cómo se comportaron los mayores, los meritorios no tenían más opción que decir vamos allá, tragar quina y tratar cuanto menos de aprobar la asignatura de la decisión porque otros virtuosismos no cabían. Lo hicieron y cumplieron.
Climent y el debutante Leo Valadez cortaron oreja a cambio de pasajes de interés; Espada que también dio señales de buen torero, se llevó una paliza de las que se va a acordar un tiempo; el juego de los novillos fue variado, con un último que tuvo calidad y un quinto que fue un avispado cazador que puso a los coletudos en jaque. En un rápido telegrama del festejo habría que añadir a lo ya dicho que los espectadores nos jugamos la pulmonía, que el diagnóstico de la taquilla, como cabe suponer, debió ser de evidente gravedad, que cuando no llovía soplaba el viento y que por todo ello no se puede ser intransigente en el juicio crítico.
A las cinco en punto, el presidente Maicas, nuevo en esta plaza, sacaba el pañuelo y las cuadrillas cruzaron el ruedo con las esclavinas de los embozos de paseo pegados al cogote, que es la peor señal climatológica que puede recibir a un torero. Esperaba en toriles un lote de novillos de Antonio López Gibaja, que para debutar en Fallas envió un encierro con cuajo y bonitas hechuras que es como se va a las plazas de postín. Luego el juego no estuvo a la altura de lo esperado y la listeza aviesa del quinto empañó el juego de sus hermanos. Seguro que con mejor tiempo y más ambiente, hubiese sido todo más lucido.
Espada, muy condicionado por el viento, toreó con pausa a su primero y tuvo el mérito de sobreponerse a una tremenda voltereta en su segundo, al que acabó toreando sobre la mano derecha con oficio y buenas maneras. No triunfó pero tampoco se puede decir que retrocediese en su avance profesional.
Climent también cobró cuando se aprestó a proclamar el buen ánimo con el que venía y se echó el capote a la espalda para quitar por gaoneras en el toro que abrió plaza, sin que la voltereta le afectase el ánimo. Insistió en su decisión de triunfar y la faena a su primero la abrió con un farol de rodillas y la continuó con una apuesta al buen toreo. Se puede decir que toreó con buenas maneras a su primero y que navegó con aseo en el imposible quinto. Banderilleó a los dos con más voluntad que brillantez.
El mejicano Valadez se mostró valiente y dispuesto, lo que se dice muy novillero. También cobró y tampoco se amilanó. La prueba llegó cuando compartía banderillas con Climent en el quinto y fue en el sexto cuando se le vio su mejor versión. Entró en quites con variedad, se puso firme con la muleta, se entregó con la espada y acabó justificando su debut en una plaza donde era un total desconocido.
Al acabar el festejo Leo le declaraba a nuestro compañero Ángel Berlanga: “El dolor de la voltereta se me ha quitado con los veinte muletazos que he podido darle al sexto. Espero que esto sea sólo el principio de una larga carrera”, mientras que Climent que lamentó el mal juego de su segundo oponente dijo: “Gracias a Dios mi primer novillo me ha permitido estar a gusto y cortarle la oreja. Mi sueño era salir a hombros pero no ha podido ser. Ojalá sea en la siguiente”.
CRÓNICA PUBLICADA EN EL PERIÓDICO LAS PROVINCIAS
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