Que no me vengan algunos con la cantinela de que por qué no soy con los “cuadris” tan “cruel” como con los de Partido de Resina. Porque aquí de tontos todos tenemos lo justo, y el trabajo de laboratorio con los antiguos Pablo Romero ya dura más de una década sin resultado positivo alguno.
Seis hermosos ejemplares de Cuadri prototípicos del toro de lidia, pero que han durado menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Con todas las dificultades del toro bravo, pero que en manos de Encabo, Robleño y Aguilar, de haber aguantado más tiempo con sus características de salida algunos se habrían ido al desolladero sin orejas, dada la disposición de los tres matadores. De todos modos nadie ha bostezado ni ha comido pipas, pues había que estar muy atentos a lo que ocurría en el ruedo. He visto a lo largo de los años varios toros importantes de Cuadri, pero desagraciadamente hoy no ha sido el caso.
Encabo ha vuelto a Las Ventas oliendo a torero cuajado y capaz y Robleño vive un momento dulce de su carrera, con una tauromaquia sólida y un valor que no ha mermado a lo largo de los años. Aguilar continúa con su indomable voluntad. Los tres le han ofrecido los muslos sin cicatería a lo que han tenido delante, que no era fácil ni ayuno de peligrosidad. Una corrida, en fin, para toreros con cuajo, con la que no cabía la filigrana ni el “similitruqui”.
Y que no me vengan algunos con la cantinela de que por qué no soy con los “cuadris” tan “cruel” como con los de Partido de Resina. Porque aquí de tontos todos tenemos lo justo, y el trabajo de laboratorio con los antiguos Pablo Romero ya dura más de una década sin resultado positivo alguno. Los toros de Pablo Romero son a estas alturas un recuerdo glorioso de otros tiempos, no sé si mejores o peores, pero otros tiempos al fin y al cabo. Porque los de Partido de Resina actuales se parecen a los antiguos “pabloromeros” como un huevo a una castaña.
