La Revolera

Limeño ha muerto muy rico

Paco Mora
viernes 18 de diciembre de 2015

Todo el que lo trató lo quiso. La sonrisa de niño bueno de Limeño era una tarjeta de presentación que cautivaba desde el primer momento. Respetuoso, serio, sencillo y un conversador de los que también saben escuchar, conocerle era quererle…

Pepe Limeño se nos ha ido suavemente, sin ruido, como siempre vivió en un mundo como el del toro, en el que de un tiempo a esta parte algunos se han empeñado en marcarlo con la estridencia y el sinsentido. “Buena gente”, fue la frase que en boca de todos los que le conocieron mejor le definía. Y buen torero también, y gran conocedor del toro como base de la Tauromaquia. Pepe Limeño era una institución en ese aspecto.

Le vi por primera vez debutando como novillero en la ya desaparecida plaza de Las Arenas de Barcelona, tan garrida y tan ufana, ubicada en aquella Plaza de España que ahora ya no sé cómo se llama, ni puñetera falta que me hace. Limeño era un muchachote rubio de buena estatura y porte torero y recio. Parecía un marino de la Navy de los que por aquellos días desembarcaban a miles en Barcelona para ver toros y pegarle fuego con sus dólares a la calle de Las Tapias. Toreó, creo recordar, con Ángel Agudo “El Greco” y “El Tano”. Estuvo muy valiente y en él se veía ya un futuro matador de toros de los que no se les arruga el ombligo.

Luego lo vi en varias ocasiones tragar paquete con corridas duras y complicadas, ya en el escalafón superior. Seguía con el valor intacto y un acrecentado conocimiento del toro. Retirado ya, con los años no hemos ido encontrando por diversas plazas y nos saludábamos con afecto. Tuve siempre de él las mejores referencias. Todo el que lo trató lo quiso. La sonrisa de niño bueno de Limeño era una tarjeta de presentación que cautivaba desde el primer momento. Respetuoso, serio, sencillo y un conversador de los que también saben escuchar, conocerle era quererle.

Bendito sea el que se marcha dejando detrás tantos amigos. Porque Pepe Limeño, que no se hizo rico vestido de luces, ha cruzado la línea que separa el ser del no ser, multimillonario de amigos y de gente que lo quería bien. Y ese sí que es que un gran capital.

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