Adios Maestro, adiós

sábado 19 de diciembre de 2015

Te has ido en silencio, admirado Maestro, sin hacer ruido y con la misma sencillez, discreción y serenidad que marcó cada instante de tu vida.

Sabías que te estabas yendo y seguíamos aprendiendo de tu ejemplo, pues aun en tu sufrimiento, supiste mantener intactos tu talante, tu sonrisa y tu entereza, ayudado por tu fe profunda e inquebrantable.

Siempre es demasiado pronto, para las buenas personas como tú, querido amigo.

Te has ido dejándonos el alma desgarrada de dolor y huérfanos de tu afecto, de tu ética, tu lealtad, de tu palabra siempre certera, sincera y amable, de tu generosidad, de tu maestría, de tu hombría de bien, y sobre todo nos has dejado huérfanos de ti y de tu entrañable forma de ser.

El vacío que dejas es tremendamente desolador. Irreemplazable.

Te acabas de ir y ya nos cuesta mucho soportar tu ausencia.

Que verdad es, que Dios llama a su lado siempre a los mejores, a las buenas personas, a la gente por derecho como tu Pepe, a los cabales como tú querido Limeño, gente humilde como tú que siempre escondiste tu grandeza conseguida a sangre y fuego en los ruedos y en el albero de la vida.

Por eso te vas siendo aún más Grande.

Hoy, seguro que los cuatreños reburdean de dolor allá por Zahariche, la Giralda toca a duelo y La Maestranza llora su luto, vistiendo con crespón negro esa Puerta del Cielo de los Toreros, que por cuatro veces atravesaste a hombros de tu Sanlúcar del alma, después de haber rendido Sevilla a tus pies, con la elegancia y la pureza de tu toreo.

Nunca te podremos olvidar, porque la gente tan buena como tú, querido Limeño, nunca se van del todo porque tu ejemplo de vida permanecerá en los corazones de cada uno de nosotros para siempre.

Adiós Maestro, adiós amigo… hasta siempre Torero.

Antonio Ruiz

Veterinario de las Plazas de El Puerto y Sanlúcar de Barrameda

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