La Revolera

Sigue el toro fuera de tipo

Paco Mora
domingo 29 de mayo de 2016

Mi teoría -y la de muchos aficionados- es que la carne exagerada acaba con el toro bravo, porque no hay casta capaz de mover más de seiscientos kilos y una cornamenta descomunal. Hay excepciones, pero la excepción no es la regla.

Esto es un billete de opinión. Y como la noticia es sagrada pero la opinión es libre -principio periodístico que no debería ser violado jamás- voy a decirles a ustedes mi verdad sobre la corrida de hoy en el San Isidro madrileño de este año de gracia de 2016. Los toros de Baltasar Ibán tienen ya poco que ver con el Bastonito de César Rincón y con todos aquellos bureles incansables en sus bravas y encastadas embestidas de no hace tantos años. Los ibanes han caído también en la vorágine del volumen y las arrobas.

La realidad es que ha habido un segundo bravo de verdad, al que Alberto Aguilar le ha arrancado una oreja. Oreja protestada, quizás porque el valiente torero madrileño no ha querido -con acierto- que se le administrara un tercer puyazo. Si el torero llega a entrar en el divertimento de los “puristas” se le hubiera acabado el toro mucho antes y la faena habría sido el clásico “¡je, je… je!” diez veces para sacarle un muletazo, habitual de las faenas al toro descastado de hoy, verdadero montón de carne con cuernos capaz de aburrir a las ovejas.

Por lo demás, en el encierro de Ibán ha habido de todo como en botica; toros que han durado un suspiro, otros que cuando les han plantado cara se han rajado y se han rendido con armas y bagajes. Y el caso es que casi todos han cumplido como buenos en el primer tercio, pero a partir de ahí han hecho buena mi teoría -y la de muchos aficionados- de que la carne exagerada acaba con el toro bravo, porque no hay casta capaz de mover más de seiscientos kilos y una cornamenta descomunal. Hay excepciones, pero la excepción no es la regla.

He visto esta tarde en Iván Vicente un torero muy en la línea del toreo de calidad -su colocación y buen corte recuerda a José Antonio Campuzano- que merece más corridas porque está en un momento profesional importante. Víctor Barrio tiene una acusada personalidad y eso es bueno, pero no torea casi nada y así es muy difícil hacerse un hueco en el escalafón.

Y no me cansaré de insistir, señores ganaderos: El toro bravo no tiene por qué parecerse en el volumen a los bisontes americanos y en las arboladuras a los toros de las pinturas de las Cuevas de Altamira. Sigan echándole carne al asador y acabarán con la faenas de muleta y harán innecesaria la espada porque los toros se morirán de infarto en el tercio de banderillas.

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