La revolera

Furgonetas con cuernos

Paco Mora
jueves 02 de junio de 2016

Si seguimos así haremos la felicidad de los carniceros pero acabaremos con la afición a la Fiesta. No hay casta que pueda mover con agilidad y fiereza más de 600 kilos de carne. Y que no me venga nadie con la cantinela de que ha visto a algunos toros de ese peso moviéndose y propiciando grandes faenas.

Me hubiera gustado ver a los de Cuadri entre los 480 y los 520 kilos, como en sus buenos tiempos. Seguramente habrían dado otro juego y estaríamos hablando ahora de varias orejas y hasta de alguna Puerta Grande. Pero desgraciadamente, ese buen ganadero y magnífico hombre de campo que es Cuadri se ha apuntado también a las furgonetas con cuernos, y así, lo repetiré una y mil veces, la Fiesta se convierte en un espectáculo premioso y aburrido. No hay casta que pueda mover con agilidad y fiereza más de 600 kilos de carne.

Es difícil volver atrás, pero si seguimos así haremos la felicidad de los carniceros pero acabaremos con la afición a la Fiesta de los toros. Los bisontes ya no emocionan ni en las películas del Oeste americano. Y que no me venga nadie con la cantinela de que ha visto a algunos toros de ese peso moviéndose y propiciando grandes faenas, porque eso no es lo habitual sino la excepción a la regla. El toro bravo debe ser un animal con el peso que puede soportar su osamenta, lo que da como resultado un animal bello, armónico y con la movilidad necesaria para poder admistrarle los treinta o cuarenta muletazos que hoy exigen los públicos.

Encabo, Robleño y Pinar han resuelto la tarde con dignidad y solvencia profesional, pero a los toros, que no se han querido comer a nadie, en el último tercio les ha faltado fondo. El público ha permanecido toda la tarde como ajeno al espectáculo, lo cual ha sido muy injusto para los matadores. Sobre todo para Rubén Pinar, que pese a lo poco que torea ha hecho gala en sus dos toros de una magnífica colocación, manejando la muleta con un temple extraordinario, como si llevara treinta corridas matadas en lo que va de temporada. Y además se ha ido detrás de la espada con acierto. Tarde muy seria de un torero que merece mejor atención de las empresas.

El numerito del espontáneo a toro muerto y arrastrado, no es digno de un San Isidro que, como dice un dilecto amigo mío, es el Campeonato Mundial del Toreo. Esos mercenarios sinvergonzones y zarrapastrosos deberían ser atrapados antes de que pisaran la arena. Para eso están las Fuerzas de Orden Público. El numerito de la caza del furtivo antitaurino en pleno ruedo es una secuencia ridícula en un espectáculo serio, en el que un puñado de hombres -matadores, picadores y banderilleros- se juegan la vida.

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