Empresario de carácter abierto e ideas innovadoras. Atrevido, trabajador y de los que pueden presumir de presentar una hoja de servicios intachable. Ahí se encuentra su gran obra: Cuenca. Un emblema de Maximino Pérez, un modelo, un estilo de hacer las cosas que ha colocado al coso en el tercero de España en número de abonados, con un diez por ciento de la población abonada. Más de dos décadas organizando festejos taurinos con una misma sociedad. En Cuenca acaba de arrancar un periplo nuevo donde sobre la base de una importante inversión afronta la más ambiciosa reconversión del inmueble, una puesta en valor de un ciclo brillante que mira al futuro con optimismo. Junto a él, repasamos las claves de su trabajo.
– “Hasta el último euro de los 800.000 invertidos se ha quedado en Cuenca. Materiales, personal, técnicos… todo. Absolutamente toda la inversión se ha quedado en esta ciudad”
– “En Cuenca me encontré en 1998 una plaza en estado de coma. La situación era catastrófica”
– “He conseguido crear una marca de seriedad con un indicador muy claro: llevo un cuarto de siglo organizando toros y desde 1995 con una misma sociedad”
– “La repercusión económica de la feria taurina de San Julián supera los 2’5 millones. Es el evento que más público reúne a lo largo del año con más de 60.000 personas. Ningún otro espectáculo alcanza esa cifra”
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