La revolera

Caballero sin espada

Paco Mora
viernes 09 de abril de 2010

“¡La espada, la espada! Necesito la espada para ser rey”, apremiaba Arturo al mago Merlín. Y, cuando consiguió la poderosa Excalibur, Arturo fue rey de Camelot…

“¡La espada, la espada! Necesito la espada para ser rey”, apremiaba Arturo al mago Merlín. Y, cuando consiguió la poderosa Excalibur, Arturo fue rey de Camelot. Así son las cosas. Si se quiere mandar en el toreo también hay que tener una espada fuerte y certera. Si cuando Ponce se arrancó a matar a aquel criminal colorao de Zalduendo en Fallas, hubiera tenido en la mano derecha Excalibur, hoy estaríamos cantando, además de la gesta del valenciano, el día que le cortó el rabo a un toro imposible al que, después de poderle, obligó a tragar tres series de naturales e incluso una casi milagrosa por el pitón derecho. Ese pitón por el que se la tenía jurada al de Chiva.

Si Ponce hubiera manejado aquel día Excalibur, nadie se acordaría de que, para su vigésimo aniversario de alternativa, se conformó con las “yoyas” de Núñez del Cuvillo y de Juan Pedro que le sobraron a José Tomás para diseñar su cómoda temporada. Como Ponce tiene un crédito muy sólido y ha matado tan alto porcentaje de toros por arriba, su imagen sigue intacta, pero las Fallas de 2010 no fueron lo que pudieron haber sido con otros toros. Enrique es demasiado inteligente para irle con milongas a estas alturas…

El Juli, Castella, Manzanares y Perera crecen porque matan más que el cólera morbo asiático. Cosa muy distinta es lo de Talavante, que se lo está jugando todo a espadas. Y por mucho sitio que les haya cogido a los toros, si el extremeño no se decide a empujar el pomo de la tizona dando el pecho, al único título que podrá aspirar es al de “caballero sin espada”.

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