Me pregunto la causa de la insensibilidad programática y gradual hacia quien muere. Hacia quien asesinan. Nosotros, occidente avanzado, hemos realizado una graduación de la sensibilidad entre un asesinado aquí, otro allí y otro muy lejos. Graduamos nuestra reacción sensible entre un muerto de los nuestros y uno que nos pertenece, que nos es lejano, ajeno, que es un muerto que da igual si ha muerto o si aún es vivo o cómo vive o cómo muere. No es nuestro muerto. Un muerto violentado en Madrid, París, Londres, es un muerto de los nuestros. Niños y mujeres gaseados en Siria por un asesino en serie llamado El Asad no pertenecen al rango de nuestros muertos. Somos indiferentes a sus muertes porque en vida nos fueron indiferentes.
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