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Mascotismo

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 06 de mayo de 2017

¿Qué es el mascotismo? Un negocio argumentado y con la cobertura ideológica del “animalismo”. Y éste es una doctrina urbana cuyo mensaje global es el bienestar animal en grado máximo, situando los logros legales, jurídicos, de trato y derecho del animal, como logro social del ser humano del siglo XXI. ¿Qué es el mascotismo? Un negocio argumentado y con la cobertura ideológica del “animalismo”. Y éste es una doctrina urbana cuyo mensaje global es el bienestar animal en grado máximo, situando los logros legales, jurídicos, de trato y derecho del animal, como logro social del ser humano del siglo XXI. Hasta ahora el ser humano databa sus progresos sociales y su mejora moral universal, avanzando en logros de justicia social hacia otro ser humano. Hoy, las nuevas generaciones toman el bienestar animal en grado humano, de tal forma que hay una moral y ética de bondad (ser mejor humano evolucionado) humana basada… no en la raza humana, sino en la mejora de la vida del animal.

Esta es la realidad y este es el enemigo. Una idea global de nueva ética y logro social llamada “animalismo”, insertada en todas partes y a todas horas, en las leyes, en los programas políticos, escuelas, calles, patios, parques… Que está dando cobertura social al “mascotismo”. Y el maltrato animal ha sido la imagen y el icono mediático para los logros animalistas, sobre todo, la sangre del toro en la corrida, elemento visual tergiversado, de rentabilidad mediática global para las retinas sensibleras, incultas o poco dadas a la reflexión, de las nuevas generaciones y los nuevos medios.

No existe el antitaurinismo animalista, como no existe el hombre del saco de la infancia o el “coco” con que nos amedrentaban nuestros abuelos, pero lo creíamos a pies juntillas. Existe la Tauromaquia y, dentro de ella, la corrida, y, dentro de ella, su percepción visual de sangre evidente como recurso comunicativo del maltrato animal. Una usabilidad de esa realidad manipulada, para el gran logro comunicativo mundial hacia el progreso del bienestar animal: el campo ideal para el negocio de las mascotas. Algo tarde, pero al fin llegué a esta conclusión: hemos sido los artífices de la gran comunicación del animalismo/mascotismo, su herramienta mejor, su gran foto, su gran mensaje a favor de sus ideas.

El animalismo es una ideología que arropa un cambio social (opuesto al humanismo) y este cambio arropa a su vez a un mercado internacional. El cambio social no es otro que la desertización de los países, un éxodo forzado a la ciudad de animales y de hombres, juntos e iguales en necesidades de consumo. El cambio climático es eso: la desertización de nuestras tierras. Y este cambio social radical arropa al único negocio beneficiado por el mismo: el mercado de las mascotas. 45.000 millones de euros facturados en el año 2016. En España, somos hoy en el campo o pueblos, un 28% de la población. Un estudio sobre mascotas del Ministerio de Agricultura cifra en un 8,5% esa población no urbana para 2047.

Todo esto no sería posible sin esta estrategia o estructura: Idea y comunicación (animalismo)/desertización y cambio social/mascotismo.

Que coincide plenamente con las gráficas de: Descenso de natalidad/incremento de número de mascotas.

Que coinciden plenamente con las gráficas del: Incremento de facturación del mercado de mascotas/incremento de legislaciones de bienestar animal.

Que coincide plenamente con la: Minimización del ecologismo como ciencia/desaparición de la ciencia de la etología.

Que coincide plenamente con la: Equiparación por usurpación del animalismo con el ecologismo en la masa social. Ecólogo igual a tener una mascota.

Que coincide plenamente con: El avance en el calendario del déficit ecológico de los países en promedio de 30 días por año.

Que coincide plenamente con: El incremento de la huella ecológica negativa aplicada al cuidado de las mascotas urbanas/ídem de la huella hídrica.

El animalismo es una ideología que arropa un cambio social (opuesto al humanismo) y este cambio arropa a su vez a un mercado internacional. El cambio social no es otro que la desertización de los países, un éxodo forzado a la ciudad de animales y de hombres, juntos e iguales en necesidades de consumo.

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