Escribo en la noche de la sexta corrida de la feria de Madrid y un aire de desencanto marca el inicio de este San Isidro. Mucho toro cinqueño, pocos toros que den juego completo, escasos toreros que se sientan a gusto ante lo que les ha tocado en el ruedo de Las Ventas. Supongo que vendrán días mejores, aunque como decía mi primo: “Todo es susceptible de empeorar”. Esperemos que no. La Quinta, tan seria, tan querida por su origen santacoloma, apareció cargada de pitones asaltillados y, no siendo fácil, hubo un par de toros para darles fiesta. Alberto Aguilar, al que siempre he admirado y respetado, le vi como menos a gusto que otras veces delante del toro agreste. Es verdad que acumula muchos esfuerzos y aquel percance que vivimos en Cali, tan a destiempo y tan molesto. No fue su día.
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