La revolera

Una tarde distinta y distante

Paco Mora
martes 06 de junio de 2017

Tarde tensa y de sensibilidad a flor de piel. Tarde de sudores en las manos, punzadas en la nuca y otros tics propios de los nervios contenidos. Nadie se ha aburrido.

Corrida de Victorino. Otra Fiesta, con olores, colores y sabores distintos. Y con algo, que, mal que nos pese en ocasiones, es consustancial con el toreo; sobresaltos, emoción y hasta intriga como en las películas de Hitchcock. Nadie se ha aburrido. Algunos se han asustado y otros, los menos, se han metido con los toreros porque es posible que esperaran de ellos florituras y cucamonas. Esos se han equivocado de tarde. No había lugar; hoy tocaba otra cosa y uno se congratula de que los tres matadores hayan salido de la plaza por su pie.

Entre Urdiales y su lote ha existido menos diálogo que entre Rajoy y Puigdemont. No han empatizado toros y torero, y, por lo tanto, no hubo entendimiento alguno entre ambas partes. Cosa parecida ocurrió entre Paco Ureña y el suyo, la diferencia estuvo en que el de Lorca lo ha intentado, incluso por señas, sin conseguirlo en la medida que se pudiera llegar a acuerdos, aunque fueran de principio.

Sólo en su primer adversario ha encontrado Talavante respuesta a sus requerimientos, y al final se ha producido la “entente cordiale” que significa una oreja ganada con decisión, buena colocación, mejor toreo y certera espada, por parte del extremeño, y ganas de colaborar a cargo del pupilo del ganadero de Galapagar. Tarde tensa y de sensibilidad a flor de piel. Tarde de sudores en las manos, punzadas en la nuca y otros tics propios de los nervios contenidos.

A la salida, entre las sombras de la anochecida, uno creía ver a Luis Candelas liado en su capa, a La Chata con sus damas de compañía, al vendedor pregonando “abanicos, parasoles, paipays” y hasta a Tragabuches y Desperdicios dialogando animadamente con La Niña de los Peines…

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