Si ser figura es una empresa difícil, aunar también esa categoría de figura cuando se decide seguir ligado al mundo del toro como ganadero es casi un imposible. Pocos diestros han logrado ambos entorchados a lo largo de la historia. Entre esa minoría se encuentra Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea”. Y lo ha hecho gracias a esa inteligencia y desparpajo que siempre le acompañó en los ruedos. Ese talento natural que ayer le llevó a triunfar en todos los ruedos en los que hizo el paseíllo, lo ha puesto ahora al servicio de la bravura de sus toros en el laboratorio de Espino Rapado, en tierras de su Salamanca querida.
– “No damos opción a que más de una generación pueda tener cierta consanguinidad mala para la ganadería. El control está en que haya pocas vacas de un mismo semental en cualquiera de los tres hierros”
– “No puedes ser condescendiente con ningún animal que vaya a ser reproductor. Siendo rígido en la primera criba se evitan muchos disgustos a posteriori”
– “Seleccionamos con exigencia, no perdonamos nada. Un animal muy bueno en el último tercio, pero manso en el caballo, o al contrario, bueno en el caballo pero sin continuidad en la muleta, no me sirve”
– “La política de mi casa es que el primero que llega es el primero que compra. No me puedo permitir el lujo de guardar mi toro hasta que los toreros quieran. Los últimos años los rejoneadores se están adelantando a los toreros”
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