ADIÓS A GREGORIO SÁNCHEZ
El toledano, trasladado por sus compañeros a la enfermería.El toledano, trasladado por sus compañeros a la enfermería.

Herido de gravedad el día de su alternativa en Sevilla

La recibió de manos de Antonio Bienvenida, en presencia de Joselito Huerta, el 1 de abril de 1956
Redacción APLAUSOS
viernes 23 de junio de 2017

La efeméride tenía por fecha el 1 de abril de 1956. Aquel día, Domingo de Resurrección, fue doctorado en la Maestranza de Sevilla un toledano, Gregorio Sánchez. El de Santa Olalla, que tuvo como padrino de la ceremonia a Antonio Bienvenida, fue herido de gravedad durante la faena de muleta al toro de la alternativa pero, para entonces, su toreo ya había dejado huella en la afición del coso del Baratillo.

La corrida, en el plano artístico, no fue ningún éxito, pero sí lo fue en el aspecto económico: “Se registró un lleno hasta la bandera, poniéndose el cartelito ansiado por las empresas: No hay billetes”, escribe Don Celes en El Ruedo, que apunta sobre la corrida de Buendía lidiada: “Todo el mundo esperaba mejor juego del que dio en verdad”. Acerca de Bienvenida, señala: “Se cubrió bien en su turno, aunque no redondeó faena. Ese es el secreto de su magisterio indudable: salir airoso siempre”; y del mexicano Joselito Huerta, tercer componente del cartel, asegura: “No tuvo su tarde”.

Sin embargo, del gran protagonista de la jornada, el toricantano Gregorio Sánchez, dice: “Salió a la plaza con evidente deseo de triunfar a pulso. No había pisado la arena el primero de Buendía, y ya estaba con la capa lanceando con elegancia y majestad, con toda la seda desplegada. Fueron dos series magníficas, especialmente la segunda, en la que el toro le rozó los alamares. Y en ambos casos remató bien con la media verónica. Su labor con el capote se culminó en el quite que hiciera al primero y único toro en que intervino de frente y por detrás. Llevó bien la lidia, pidiendo a tiempo el cambio del tercio de pica, ya que el toro se venía abajo. No consiguió del todo su propósito porque el enemigo se defendía sin pasar, a pesar de lo cual le consiguió con la derecha unos pases magníficos. No dio crédito, sin embargo, al aviso que le diera en uno de ellos, y fue derribado. Ya en el suelo -prosigue el cronista-, el toro hizo por él, y en la región glútea le infirió la terrible cornada de que dio cuenta el parte médico. En brazos de las asistencias fue llevado rápidamente a la enfermería, entre los aplausos de toda la plaza, impresionada por el infortunio de quien tanto anhelo de gloria legítima había manifestado”.

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