Brillante actuación de Pablo Hermoso con un buen lote de Antonio Charrua con el que dio cuatro vueltas al ruedo.
FOTOS DE JOAO SILVA DEL FESTEJO
Fotos: JOAO SILVA
El toreo, como la felicidad, vive de momentos, de intermitencias gloriosas como las que nos proporcionó José María Manzanares frente al cuarto toro de la noche. El alicantino conquistó al público de Lisboa al construir una obra de arte, frente al muy noble toro de García Jiménez. Faena de múltiples virtudes, sobre todo el duende que impregnó las tandas por ambos lados, pero también la inteligencia para dosificar las fuerzas del toro, además de un reposo -más bien desmayo- que nos hizo recordar al. Sí, los relojes se detuvieron durante las sublimes tandas de derechazos, con la figura erguida, la mano baja, más que templando, ralentizando las embestidas. Campo Pequeno recordará durante mucho tiempo esta faena, donde hubo detalles que reavivan nuestro amor por la Fiesta.
El segundo, mal presentado y manso, no dio opciones al alicantino. Faena sobria, breve, adecuada a las circunstancias. Los sonidos de triunfo volvieron con el que cerró plaza, un ejemplar codicioso de Juan Pedro Domecq, al que Manzanares saludó con una larga cambiada de rodillas, antes de lancear con regusto por verónicas. Faena corta, de gran calidad, permitiendo apreciar derechazos y naturales estéticos y profundos. Manzanares compartió el tramo final de su magnífica actuación con el sobresaliente, el novillero luso Joaquin Ribeiro “Cuqui”, quien rubricó tandas bien compuestas, cariñosamente ovacionado.
Otra nota positiva de la noche fue un cierto “pique” entre los dos artistas. Aunque uno a pie y otro a caballo, quedó en el aire la sensación de una sana competencia tras el faenón de Manzanares con el cuarto. Hermoso de Mendoza salió a por todas en el quinto, recordando a todos que es un ídolo en Lisboa y que pretende continuar siéndolo. La entrega y la sabiduría del navarro ante la buena embestida del toro, dejó saborear los momentos álgidos en lo que respecta al toreo ecuestre. Brega ajustadísima, suertes diseñadas con perfección y rematadas con brillo reforzaron el crédito de Pablo Hermoso en esta “su” plaza. Cabe subrayar que el triunfo lo alcanzó con una lidia de formas clásicas, donde los únicos adornos fueron las piruetas. Lo demás, tanto en este toro como en los otros dos a los que se enfrentó, estuvo en sintonía con las normas del toreo eterno, de mucha verdad. En el tercero invitó al sobresaliente Jacobo Botero a clavar dos banderillas, de buena nota.
La defensa de las buenas tradiciones portuguesas estuvo a cargo de los forcados Amadores de Montemor, que realizaron, con mucho valor, tres pegas de cara.
Lisboa (Portugal), jueves 13 de julio de 2017. Toros de Antonio Charrua (1º, 3º, 5º), muy bien presentados, en general codiciosos y con movilidad. El ganadero dio vuelta al ruedo. De Benjumea (2º), sin trapío ni recorrido. De García Jiménez (4º), bien presentado, noble y repetidor. Y de Juan Pedro Domecq (6º), de buena condición. Pablo Hermoso de Mendoza, vuelta, vuelta y dos vueltas; José María Manzanares, nuevo en esta plaza, ovación con saludos, dos vueltas y dos vueltas. Entrada: Tres cuartos largos de plaza. Al iniciarse el festejo, se guardó un minuto de silencio en memoria del ganadero José Pereira Palha.
