BENLLOCH ENTREVISTA A PAQUIRRI

“Lo he dado todo por el toro, mis sueños y mi sangre”

“Del toreo hay que irse dignamente, antes de que te falle la ilusión, sin dar pena y ahora mismo la única pena que tengo es la de irme”, afirma el mayor de los Rivera Ordóñez, que se despedirá de la profesión en Ronda
José Luis Benlloch
lunes 17 de julio de 2017

-¿Paquirri?… Francisco, no me acabo de acostumbrar a llamarte así.

-A mí me gusta. Tuve que haberlo hecho antes. Ahora pienso que debí salir anunciándome así. Que la gente me llame Paquirri no sabes lo orgulloso que me hace sentir.

Esa ha sido la primera manifestación de amor filial de Francisco Rivera Ordóñez en esta entrevista. Tengo la evidencia de que cada día lo tiene más presente. Hablamos por teléfono. Este nuevo Paquirri está en Menorca, buceando, buen ejercicio, y compartiendo con la familia los últimos días de asueto antes de meterse en la vorágine de la temporada, su última temporada. El adiós está previsto que sea en Ronda, santuario del mejor toreo, la Ronda de Pedro Romero, la misma Ronda que fascinó a Orson Welles, la que inspiró a Rainer Maria Rilke, la de la plaza de piedra y los toreros machos que cantó el poeta, la Ronda de los Ordóñez. El primer sábado de septiembre, el nieto de don Antonio, el último sueño del maestro, se retirará del toreo. Un respeto. Antes lo hará en las principales plazas y Valencia figura entre las más significadas de su carrera.

-Allí desde novillero me sentí muy querido. Fui de la mano de mi abuelo y en ese ruedo tuve tardes muy felices. Coincidí con la explosión de Barrera, luego en Bocairent me despedí de novillero y ya como matador le he podido cortar las dos orejas a un toro en varias ocasiones. Tenía que estar necesariamente en esta temporada.

“Mi faceta pública de prensa rosa me ha hecho mucho daño. Me ha ayudado también, no lo puedo negar, pero me ha hecho daño. Hay algo curioso, un hombre que tenga una profesión pública debe ser mediático pero eso lo han utilizado contra mí”

-Estamos al final del camino. ¿Ha valido la pena?

-Sin duda. Ha sido un privilegio. Mil veces que naciera, mil veces que sería torero. Las sensaciones que he sentido en la plaza no las he sentido en ningún sitio.

-Suena muy retórico.

-Es la verdad. ¿Para qué tendría que mentirte?… Yo doy gracias a Dios todas las noches, por la sangre que llevo, por haber disfrutado del toreo, por haber cuajado un toro en una plaza importante, por el trato con los compañeros… Todo ello es un privilegio impagable.

-Bonito y duro.

-Esta es una profesión dura y exigente. Cuando las cosas salen al revés te aseguro que todo es muy difícil, todo se torna muy ingrato. Al mismo tiempo es la profesión más bonita, la que propicia las sensaciones más grandes, las de más fuerza, la profesión más pasional. Aquí todo es al mil por mil. Cuando las cosas salen bien es increíble, cuando salen mal es durísimo.

Vive su última temporada como matador en activo. Hay que decir por ahora, porque ya se sabe que la palabra de los toreros en esas cuestiones tiene el valor que tiene y que lo que hoy es blanco mañana puede ser lo que decida el viento y porque los toreros siempre son toreros y nunca se retiran, sólo se detienen. Al menos los que tienen educación taurina y Paquirri la tiene desde la cuna por mucho que los reflectores del cuché haga olvidar el mejor Paquirri. Educación y también muchos genes, no en balde es hijo, hermano, nieto y biznieto de torero, nunca jamás nadie reunió más y mejores antecedentes, los Ordóñez, los Dominguín -¡todos en pie!- y los Paquirri -sigan en pie-, por no recordar que también es sobrino, resobrino y primo de toreros. Asegura que lleva la proximidad del adiós mal. “Fatal”, remarca. “Cuanto más cerca lo siento, peor lo llevo”, insiste, y añade que la decisión es firme y muy meditada, que ha entendido que ha llegado el momento aunque no encuentra ninguna señal concreta que le empujase al adiós, ni tampoco le costaba, asegura, ponerse el vestido de luces, al que sigue viendo como un aliado.

-Al revés, ahora torear me ilusiona como nunca.

-¿Entonces?

-De esta profesión hay que irse dignamente, antes de que te falle la ilusión, sin dar pena y ahora mismo la única pena que tengo es la de irme. El toreo es mi vida y es tanto el cariño y el respeto que le tengo al toro que sé que debo irme.

-Será en Ronda.

-Claro.

“Aquí todo es al mil por mil. Cuando las cosas salen al revés todo se torna muy ingrato y al mismo tiempo es la profesión más pasional, la que propicia las sensaciones de más fuerza. Cuando las cosas salen bien es increíble, cuando salen mal es durísimo”

-¿Habrá corte de coleta?

-No sé qué pasará esa tarde. Sobre la marcha. Lo llevo tan mal que no me apetece pensar en ello.

-Tu abuelo, el gran Ordóñez, no se cortó la coleta. Un día en San Sebastián dijo al llegar al hotel que no seguía y fue la gran sorpresa de todos y el gran disgusto del año. Luego volvería.

-Ni mi tío Luis Miguel tampoco se cortó la coleta. Yo no tengo referencia de ellos en ese trance. Lo de mi padre todos lo sabemos, no quiso Dios. Mi abuelo en su última reaparición llevaba intención de torear pero se partió la cadera y no pudo continuar así que tampoco pudo haber corte de coleta.

-En sus años apartado de las ferias toreaba la goyesca, tú…

-La tentación de la goyesca siempre estará ahí pero es una responsabilidad tan grande la que tengo con nuestra plaza y con lo que significa la goyesca, que debo ser comedido. Yo he tenido el privilegio de torearla muchos años y ahora me toca ser buen anfitrión. Hay muchos compañeros que merecen estar y no son muchos los puestos.

-Entonces, adiós definitivo.

-¡Hombre!… a mí me gustaría torear festivales. Este mundo es mi vida, yo necesito el toro, necesito sentirme torero y todos sabemos que donde uno se siente torero es en la plaza. Me gustaría torear festivales y lo voy hacer. Eso me ayudará a mantenerme cerca del toro y en forma.

-Entonces peligra la palabra, un hombre joven, en forma y enamorado del toro…

-En estos momentos no existe ese peligro que apuntas. Me retiro. Ronda es la estación término.

-En otra ocasión, año 2012, ya dijiste adiós y…

-Fue en Zaragoza. Eso fue distinto. No lo sabía nadie, se lo dije a la cuadrilla por la mañana, “me voy, esta es la última”, les dije. Estaba cansado de los viajes, de la gente, se juntaron varios factores de desánimo y tengo que reconocer que pensaba que iba a ser definitivo pero luego no fui capaz de vivir sin el toro.

-No eras feliz.

-Diría que me faltaba algo. No dejaba de tentarme torear. Y comencé a darle vueltas a la reaparición. “Si tengo que volver debe ser cuantos antes, cada año que pase me costará más”, me decía, y di el paso coincidiendo con el vigésimo aniversario de mi alternativa. Lo hice pensando en torear sólo aquel año.

“Si mi padre hubiese vivido, todo hubiese sido distinto. Seguro que hubiese sacado más de mí. Las cosas que te cuento que me afectaron tanto e hicieron que me despistase un poquito, mi padre no las hubiese permitido. Hubiese sido la columna a la que agarrarme”

-Y llegó la cornada tremenda de Huesca.

-Fue un accidente.

-Llegó el accidente de Huesca.

-Por eso decidí continuar. Yo no concebía irme del toreo quitándome el pijama de un hospital, yo tenía que irme despojándome el vestido de luces, así que seguí. Ahora, ya te digo, es distinto.

-Esa reacción tiene mucho de orgullo. Algo así como “a mí no me quita un toro”…

-¡Hombre! eso suena fuerte, pero se aproxima a la verdad.

-Esta será la despedida soñada.

-Pues sí, la que creo que toca.

-Hasta ahora no has escenificado el adiós en ninguna plaza, ni ha habido gestos sentimentales, ni la búsqueda de la lágrima fácil de la nostalgia… eso hay que reconocértelo.

-Yo soy incapaz de eso. Ni me atrevo ni es lo que me han enseñado en mi casa. No entra en mi forma de ser. No quiero distingos. Te aseguro que voy a las plazas como si fuese a un examen, como si tuviese que volver el año que viene. No quiero tratos de favor.

Aquella tarde de Madrid

-Joselito, Ponce y Rivera, los tres tenores os bautizó la prensa. ¿Fue esa tu mejor época en los ruedos?

-Esa época fue muy bonita. Era el principio, tenía que salir a sangre y fuego, era una entrega brutal cada tarde, eso es hermoso y muy pasional, pero es ahora cuando más a gusto estoy delante del toro. Disfruto de los compañeros, sé lo que quiero, salgo más relajado… Entonces imperaba la obligación de cortar orejas cada tarde, era un sí o sí y eso quieras o no te merma mucho.

-La cumbre de todo puede ser la tarde de la confirmación en Madrid. Joselito, Ponce, una corrida de Samuel, San Isidro, los maestros picados, la plaza llena y tú al medio o a un lado porque parecían no echarte cuentas.

-Yo había soñado muchas veces verme con ellos y triunfar con ellos y de pronto lo conseguí en Madrid. En aquel ambiente, en aquel tercio de quites en el que parecía no existir me decía “en qué lío me he metido” y reaccioné. Era el día que tantas veces había soñado y puse los sueños por encima de todo. Quise demostrar que no había ido a pasearme, que era capaz de ponerme serio y hablarles de tú a tú. Esa es la grandeza del toro, que en la plaza, incluso el primer día, le puedes hablar de tú a las figuras.

-La tarde tuvo un momento cumbre, en ese pique en el que los maestros se enzarzan en un quite tras otro y te dejan a un lado como de convidado.

-Me sentó muy mal. Formará parte de la historia pero lo llevé muy mal durante mucho tiempo. Todavía lo recordamos José y yo cuando nos vemos, pero esas cosas forman parte del toreo. Haber estado ese día, tener esos padrinos, lo reconozco como un privilegio.

-Estar y no sucumbir.

-Por eso fue muy importante. Sobreponerme a todas aquellas adversidades fue mi triunfo.

-Entiendo que te habrá hecho muy feliz el éxito de Cayetano en Pamplona, cortó una oreja de cada toro. Se cuenta como una hazaña, pero tú llegaste a Pamplona y le cortaste dos orejas a un toro del Marqués de Domecq.

-Sí, sí, te acuerdas. Esa es una plaza muy de la familia. Muchas veces parece que yo en el toro haya estado de invitado. Algunos andan empeñados en borrarme de la faz del toreo y parece que lo que he hecho no existió, pero tardes como esa me las llevo para mí y para mi gente.

-Fue una tarde brava.

-Recuerdo que a ese toro lo toreé con un pantalón vaquero. Me pegó previamente tal paliza que me dejó desnudo. Yo siempre mandé llevar en el esportón un vaquero previendo lo que podía pasar y ese día tuve que sacarlo.

“El torero lleva a la plaza su vida, la plaza es el espejo de su alma y yo en mi vida personal he pasado momentos muy malos que no me ayudaron a estar ante el toro”

-¿Tuviste que recurrir muchas veces a él?

-Muchas. Más de las que me hubiera gustado.

El espejo del alma

-¿Te vas feliz?

-Sí. Me han quedado cosas por hacer y por sentir, pero sí. Que en algún momento he podido dar más de mí, es cierto, pero te aseguro que he vivido para mi profesión, que la he respetado como me enseñaron en mi casa, que valoro a mis compañeros, a los que considero héroes, y que he dado todo, mis sueños y mi sangre. Me quedo con todo, no cambiaría nada.

-¿En la hipótesis de que tu padre o tu abuelo hubiesen estado junto a ti, artísticamente hubieses dado más de sí?

-En algunos momentos, sí. El torero lleva a la plaza su vida, la plaza es el espejo de su alma y yo en mi vida personal he pasado momentos muy malos que no me ayudaron a estar en la plaza. Si ellos hubiesen estado a mi lado seguro que me hubiesen ayudado mucho. Te digo más, si mi padre hubiese vivido, todo hubiese sido distinto. Seguro que hubiese sacado más de mí. Las cosas que te cuento que me afectaron tanto e hicieron que me despistase un poquito, mi padre no las hubiese permitido. Hubiese sido la columna a la que agarrarme. Yo le he echado mucho de menos y no sólo en la plaza.

-Me decías que han querido borrar tus méritos como torero pero a lo mejor es que el personaje público que has creado ha devorado al torero.

-Seguramente, pero yo no lo he creado. Tengo la sensación de que me lo han creado. Es verdad que esa faceta pública de prensa rosa me ha hecho mucho daño. Me ha ayudado también, no lo puedo negar, pero me ha hecho daño. Hay algo curioso, un hombre que tenga una profesión pública debe ser mediático, pero en mi caso se ha utilizado para atacarme. Cualquier cantante, un deportista, un actor… con un público detrás que paga por verle debe ser mediático, porque si no lo conocen imagina, cómo van a ir. En mi caso lo han utilizado en mi contra, para quitarme méritos como torero y quienes más daño me han hecho han sido los periodistas taurinos, que yo siempre creí que eran los que debían valorarme lo que les hacía a los toros, pero han hecho todo lo contrario: me han condenado por mi imagen pública.

-Hombre Francisco, eso es muy fuerte.

-No quiero generalizar, pero es lo que pienso. Muchos se han dejado llevar por esa imagen. Es más, algunos están llegando a un nivel de protagonismo que supera incluso a los propios toreros. Todo lo ven mal y eso hace mucho daño. Yo en una corrida siempre veo cosas buenas.

ENTREVISTA PUBLICADA EL DOMINGO 16 DE JULIO DE 2017 EN EL DIARIO LAS PROVINCIAS

Fotos: JAVIER ARROYO y ARJONA

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