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Respeto a los populares

Carlos Ruiz Villasuso
viernes 18 de agosto de 2017

El gremio ganadero, factura más en los populares que en las corridas. Y sin embargo se les maltrata, se mandan toros tentados, probados y no válidos para el toreo a pie, porque se paga una barbaridad. Ni se les respeta, ni se les valora.

Hasta hace menos de una década, los llamados “festejos populares” eran unos perfectos desconocidos. Desconocidos y hasta ninguneados. Los populares de plaza tenían cierta proximidad con el toreo reglado (corrida o novillada) por el hecho de celebrarse en una plaza. Los populares de calle, con el toro dentro de los pueblos, o en la vera del mar, o los encierros, no contaban nada. Había una excepción: los sanfermines, donde la corrida vive un segundo plano en lo mediático, y sus ingresos y presupuestos. La corrida, sus agentes, despreciaban en muchos casos lo popular.

Con la llegada de la crisis, este tipo de festejos aumentó hasta un 17% hasta el pasado año. Una muestra de su arraigo y fuerza en la sociedad. Tanto es así, que a la Fundación del Toro de Lidia no le quedó más remedio que aproximarse a ellos, a los “populares”, para buscar apoyo social en las manifestaciones. Y financiación. No hubo otra razón para este acercamiento que, ni mucho menos, ha llegado a ser masivo. Y no lo ha llegado a ser por dos razones. Uno porque el concepto de Tauromaquia se lo quedó en propiedad la corrida de toros. Dos, porque aún se les considera algo menor. Y no lo son.

No lo son en lo económico. No lo son en masa social. No lo son siquiera en lo político. Comenzando por este último aspecto: estoy absolutamente convencido de que los festejos populares jamás van a ser prohibidos. Son pueblo y son sin sangre. El ejemplo es evidente: Cataluña no tiene corridas pero tiene festejos populares. En este sentido, los participantes, organizadores y demás gentes del pueblo en sus festejos, no tendrían por qué tener miedo a desaparecer, y aun así, tienen la nobleza y la gallardía de aproximarse y apoyar a quienes, incluso ahora, les han mirado con superioridad. Un día será al revés, la mirada. Y un día los de los festejos populares se darán cuenta de que política, social y económicamente son un colectivo superior a las corridas de toros.

Superior en lo político está claro. No tienen riesgo de prohibición. Superior en lo social, es aún más evidente: son pueblo, forman parte del ADN del pueblo, son rurales, son tradición, son apego… y son decenas de miles en toda España y todas las comunidades autónomas. Son tantos que por eso la Fundación les pide apoyo. El que el toreo a pie es incapaz de lograr en la calle. Pero es que, económicamente, su estructura de recaudación popular les hace infalibles y pagan mucho más dinero por un toro que lo que podría pagar una plaza por seis. ¿Qué paradoja, no?

Uno de Victorino presentado y rechazado en Madrid tenía un precio de 12.000 euros. Una peña de Onda pagó los 12.000 euros. Pero por la Vall D´Uixó, Onda y más pueblos de Castellón, los precios que se pagan por toro no los paga una plaza de primera con televisión. Uno de Cuadri, 9.000 euros. Uno de Valdefresno, 8.000, los de Victorino, 9.000, Parladé a 7.000, Aurelio Hernando, 7.000, Adelaida Rodríguez el mismo precio. Eso se ha pagado este año. Un dinero que no se paga por la mayoría de las novilladas y un precio que no pagan empresas por un gran número de corridas. Y si alguien dice lo contrario, mostremos papeles de pago de novilladas y de corridas y a ver quién se sonroja más.

Y con este dinero, muchas ganaderías hacen sostenible su explotación. La suma de dinero de todos los pagos de los festejos populares en todas partes de España es superior a la suma de los pagos por festejos reglados en España. Es decir, que el gremio ganadero, no la UCTL; el gremio ganadero, factura más en los populares que en las corridas. Y sin embargo se les maltrata, se mandan toros tentados, probados y no válidos para el toreo a pie, porque se paga una barbaridad. Ni se les respeta, ni se les valora. Y en el caso de los recortadores, alarma y cuidado. Porque se les está manejando con los mismos métodos de pillaje que algunos han estado manejando novilladas, corridas, toreros, toros, pueblos… Los recortadores viven en un mercado de casi monopolio, bajo precios, despreciados por las grandes empresas que prefieren subcontratas. Cuidado. El día que los populares se unan y sepan de su fuerza, pueden mirarnos por encima del hombro política, social y económicamente.

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