El año 2005 se celebró en Arles por primera vez una corrida goyesca. Una goyesca singular y original. Sí, el rescate obligado del vestuario de época, la abundancia de disfraces, un derroche de guardarropía. Todo eso, que es condición sine qua non o indispensable. Lo particular de Arles fue la idea de transformar el ruedo oval del anfiteatro -arenas, barreras y burladeros- y una parte de su graderío en un insólito escenario decorado y creado por un artista invitado. Una comprometida intervención plástica.
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