Madrid volvió a ser ese tablón al que asirse en medio de la nada para José Carlos Venegas. Porque eso, nada, era lo que había toreado desde que en junio pasase por la enfermería de Las Ventas antes de volver a su Beas de Segura natal con las costillas magulladas. Sin embargo, el tiempo que servía para soldar los huesos hacía lo contrario con el alma por culpa del olvido del mundillo taurino. De ahí que su apoderado alzase la voz reclamando una oportunidad que su poderdante supo aprovechar en Las Ventas el 10 de septiembre cortando una merecida oreja de un toro de Saltillo.
– “El toro de Saltillo no me gustó de salida, me recordó al del año pasado. Pero después de picarlo me dije: Tengo que tirar la moneda al aire”
– “Después de que el toro de Cuadri me rompiese las costillas en San Isidro no había vuelto a coger los trastos en dos meses. Sólo tuve veinte días para prepararme para torear en Las Ventas”
– “Se puede discutir si tengo más o menos oficio, pero a ganas no me gana nadie, como he demostrado con toro malos, regulares y medio buenos”
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