La mejor herencia que un padre puede dejar a sus hijos es su legado. Y qué mejor legado que la honradez, la seriedad y el trabajo. Diego Puerta fue un espejo para sus hijos, Dolores y Pedro, en lo que a temas ganaderos se refiere. Son los continuadores del sueño que el maestro del Cerro del Águila tuvo de criar toros bajitos, bien hechos, que tuvieran nobleza y se arrancaran de lejos. Esos mismos que sus hijos continúan criando en La Resnera, la finca en el término de Castilblanco de los Arroyos en la que el maestro soñó con la bravura de los astados de sus dos hierros.
– “En esta ganadería tenemos dos líneas que se llevan totalmente separadas y como tal se hierran. Por un lado, la de encaste Juan Pedro de los toros del hierro de Diego Puerta; y por el otro, la de Salvador Domecq que herramos con el nombre de La Resnera”
– “A las vacas se les exige un montón en el caballo y luego en la muleta para que aguanten hasta el final porque de lo contrario no nos valen”
– “Ser ganadero es muy difícil. A veces te desesperas. Pero ahí surge el recuerdo: si mi padre tiró para adelante, nosotros también tenemos que tirar de esta bandera”
– “Mi padre siempre decía que el toro tiene que ser noble y que tenga transmisión. Esa era su consigna y la nuestra. Sabemos que conjugar ambas cosas es muy difícil, pero cuando se logra es el paraíso”
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