La Pincelada del Director, por José Luis Benlloch

La Fiesta sigue, la tragedia acecha

José Luis Benlloch
martes 26 de septiembre de 2017

En esa tarde de Logroño lució sobremanera Juan Bautista, la mejor espada del momento, que ha cuajado en un gran torero, muy completo, que es término del que pocos pueden presumir. El toreo sigue, la vida sigue, la tragedia acecha. Todo es consustancial a la propia Tauromaquia. Ahí quedó esa victorinada de Logroño en su versión Victorinos Dos. O, díganle evolución, clase y templaza, distancia evidente con la versión original, más agresiva aquella, más suave esta, ambas necesarias y meritorias, consecuencia directa del quehacer de un tipo sabio y único al que ni sus compañeros ni el toreo en general reconocerán nunca en todo lo que aportó. En esa tarde de Logroño lució sobremanera Juan Bautista, la mejor espada del momento, que ha cuajado en un gran torero, muy completo, que es término del que pocos pueden presumir; se vio la elegancia distinguida de Curro Díaz y el coraje de un Román que, si me permiten la expresión, sigue agarrado a la teta del crecimiento y no parece dispuesto a soltarla.

Sevilla, que vivió su sanmiguelada, sigue alumbrando matadores de buenas formas; además Talavante, al fin, se desperezó; y Ponce, me cuentan, cuajó una faena de las que valen mucho más de lo que se cantan. Y en Madrid, los matadores lejos de los días lujosos buscan resquicios por los que atacar la batalla de su futuro y algunos, caso de Bolívar, abren nuevas expectativas.

Y si les hablaba de tragedia es porque en las calles de mi tierra un amante del toro se dejó la vida haciendo lo que más le gustaba, sintiendo la emoción de ver pasar un toro cerca, esta vez demasiado cerca de su corazón, duro, muy duro, pero la Fiesta sigue, seguirá.

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