Imagino el 12-D en México y siento el orgullo de una raza: la de la Tauromaquia. No estamos asistiendo a las sobras del pastel de boda que se ofrece a los hospicios y a los huérfanos. No asistimos a los dos términos que más denigran al ser humano: la caridad y la piedad. Asistiremos a un darlo todo por el pueblo, a la escenificación ante más de 50.000 personas de que somos hombres y mujeres de este mundo que sabemos darlo todo, no somos dados a dar lo que nos sobra en pachangas benéficas de viejas glorias al pie de una Navidad con balón. Lo vamos a dar todo, la empresa, los toreros (sería tarde/noche de cuchillos entre mexicanos y españoles, entre españoles y entre mexicanos, porque todos se tienen ganas…), espero que ganaderos también. Y el pueblo.
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