Una higuera y una fuente en un cercado próximo al cortijo explican sin dejar lugar a la duda el origen del nombre de la finca de los Martínez Conradi, así, juntos y doble, Martínez Conradi por decisión de la madre de Álvaro, la abuela de los chicos que no quiso que se perdiese su apellido. Ya dije que Fuen la Higuera está a la vera de Palma del Río, donde la vega del Guadalquivir inicia el camino de la sierra. Cinco generaciones en manos de la familia. En una zona levemente ondulada, de tierra negra y fértil, se mezclan naranjos, encinas y acebuches en una combinación tan novedosa como bella a la que ahora le van añadiendo almendros. Los cercados de piedra, sempiternos y rectos, hechos por los hombres de Hornachuelos, le ponen el ambiente y la estructura ganadera. En una parte de ella, unas doscientas hectáreas, están los toros y los novillos de salida además de las becerras de tienta de La Quinta, mientras las vacas, las doscientas cincuenta que componen la ganadería, de ese número no pasan nunca, y los sementales los tienen en Fuente Merino, en Lora del Río, apenas a treinta kilómetros. Un modelo de finca, aquella, muy distinta, adehesada, con buen encinar, también con zonas muy llanas y muy dividida para poder hacer los lotes de cubrición, unos diez todos los años con diez sementales distintos; y en una tercera, en Majadas Altas, término de Peñaflor, están los añojos y erales. “En total hay unas mil hectáreas dedicadas al bravo”, puntualiza Álvaro hijo.
– “Mi hijo Pepe ahora está muy empeñado en que hay que darle más motor. Que aquello se mueva. Por encima del ritmo y el temple está pidiendo más movilidad”
– “Ahora no se pide el mismo toro que hace treinta años y en ese sentido hemos ido buscando el toro del futuro. Eso no se puede entender como traición, no lo es. No renunciamos para nada a la esencia del encaste”
– “Sería un error grande intentar criar un toro diferente de cómo es. Al final estaríamos perdiendo personalidad. Aquí lo que hace falta es que cada uno cree un toro propio, con su sello particular”
– Álvaro hijo: “Para nosotros la humillación es prioritaria, llega a ser una obsesión. Llevamos muchos años buscándola y creo que lo hemos conseguido en un porcentaje muy alto”
– Pepe: “En otros tiempos los empresarios se consideraban apoderados del público y si el público demandaba algo diferente intentaban dárselo aun a costa de apretar a los toreros”
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