La Pincelada del Director, por José Luis Benlloch

Otra forma de ser antitaurino

José Luis Benlloch
martes 21 de noviembre de 2017

¿Por qué ha cambiado, quién la ha cambiado, quién ha arriesgado, qué significan para la administración provincial los euros de más que pueda rebañar, quién asegura que vaya a acertar con un nuevo pliego o si en realidad quiere acertar…? Esas son las preguntas que debió hacerse antes de adoptar tamaño despropósito. Dicho lo dicho, hay que desear lo mejor para Zaragoza. No es posible la paz. Ni con un trago de ingenuidad me la creo. Ni por esas. La tropa política sigue con sus algaradas y alzamientos. En términos taurinos sigue dando juego dispar, junto a gratificantes excepciones, el resto resulta incierto y egoistón, mansos en general diría un cronista de los de antes, más que resabiados malajosos. Y nosotros, los aficionados, el toreo, necesitamos más consideración, más respeto, reivindicamos más derechos de los que nos reconocen, tantos como el resto de la ciudadanía, faltaría más. Tras las gratas noticias de la semana anterior, la medalla de Ponce; la respuesta gubernamental a los anti de les Illes; el apoyo de Generalitat y Diputación de Valencia a los toros; el rescate, al menos por dos años, de la plaza de Alicante de las garras de Marisol la Roja… después de tanto gozo ha llegado la cagada. Ya lo advertimos, volverán a pintar bastos y pintaron. El presidente de la Diputación de Zaragoza acaba de firmarla, a la jiñada me refiero, y de hacerle uno de los peores favores que se le pueden hacer a la Fiesta, en realidad lo suyo es un atropello a cuenta de un puñado de monedas o quizá de resentimientos partidistas. Lo que no es mío es del enemigo. Aunque me beneficie, aunque beneficie a la ciudad, aunque vaya en la dirección del interés general. Así es la mentalidad del hombre.

La rescisión de Zaragoza es especialmente dañina en lo que tiene de mensaje y de reconocimiento, mejor de no reconocimiento al toreo y sus necesidades. Se trata de una invitación al cortoplacismo, a un cógela y corre…, a un pronto y en la mano… Lo dicho, en realidad es otra forma de ser antitaurino

Por unas o por otras, sea por unas monedas, sea por resentimiento político, lo suyo, la no renovación de la actual empresa, ha sido una traición de lo más grosera, al empresario despechado y al sector, por mucho que muchos del sector intentarán pescar en ese revuelo. El despropósito ha llegado, ahí radica la sorpresa, justo cuando el mundo taurino se felicitaba de la gran remontada de Zaragoza, plaza que en la última década se había perdido en los arrabales de la marginalidad y los entre bastidores empresariales, de donde había sido rescatada para mayor gozo de los aficionados y de la animación ciudadana en sólo cuatro años, hazaña en la que cabía suponer, eso pensábamos, que algún mérito tendría él como presidente de la corporación propietaria pero era una deducción equivocada, era mentira. Al caballero en cuestión, los toros, ha quedado negro sobre blanco, le importan un carajo, lo suyo es la moneda contante y sonante a riesgo de dar el cante como lo acaba de dar y como se dio en la etapa anterior, después corregido, en la que se dejó escapar el prestigio de Zaragoza, su futuro taurino y la pasta del alquiler que tanto prioriza ahora él y que quedó en el limbo de un desahucio. El hombre no ha aprendido ni escarmentado, ni siquiera en cabeza ajena.

Ahora toca desear lo mejor para Zaragoza, que pasa por un buen pliego, mucha suerte al próximo empresario, mucho trabajo, inversión y no tener en cuenta el maldito mensaje del presidente. Duro

La reacción de rechazo y sorpresa por la no renovación, que me consta afecta hasta a sus propios compañeros de partido, no es porque haya decidido no renovarle a la empresa de Simón Casas, que también, porque si un empresario arriesga, invierte, promociona y gana, se le debe reconocer y hasta invitarle a que siga invirtiendo. Su decisión es especialmente dañina en lo que tiene de mensaje y de reconocimiento, mejor de no reconocimiento al toreo y sus necesidades. En realidad es otra forma de ser antitaurino. Se trata de una invitación al cortoplacismo, a un cógela y corre…, a un pronto y en la mano… Cuando el toreo necesita más que nunca de inversión, promoción, de tiempo y paciencia, el mensaje del señor presidente de la Diputación de Zaragoza al sector se reduce a un simplista y esclarecedor dilema: si inviertes y pierdes, pagas; y si inviertes y ganas, para mí o para quien yo diga, que es otra posibilidad por mucho que no haya que creerse las habladurías que ya circulan sin freno ni pudor. Y no es eso lo que necesita el toreo. Ni siquiera la claridad de su comunicado, rayano el descaro, le exonera de responsabilidades “Obtener condiciones más ventajosas para la administración provincial, ya que la situación ha cambiado respecto al momento de la anterior adjudicación”… ¿Por qué ha cambiado, quién la ha cambiado, quién ha arriesgado, qué significan para la administración provincial los euros de más que pueda rebañar, quién asegura que vaya a acertar con un nuevo pliego o si en realidad quiere acertar…? Esas son las preguntas que debió hacerse antes de adoptar tamaño despropósito. Dicho lo dicho, hay que desear lo mejor para Zaragoza que pasa por un buen pliego, mucha suerte al próximo empresario, mucho trabajo, inversión y no tener en cuenta el maldito mensaje del presidente. Duro, difícil, aunque a lo mejor llega uno nuevo, a un presidente me refiero, de los que respetan el trabajo y la lógica. Quién sabe.

POSTDATA: Y BURGOS, TAMBIÉN. Todo lo escrito hasta aquí sirve perfectamente para reflejar lo sucedido en Burgos, donde se ha vuelto a ningunear el trabajo e inversión de un empresario.

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