Leer una noticia

De carne y hueso

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 09 de diciembre de 2017

Trabajarse a la gente muchos días antes para intentar que la corrida o la programación llegue hasta el último de los ciudadanos me perece esencial. Meter la corrida dentro del ideario del pueblo o ciudad es ponerla en valor y hacerla de la gente, hacerla suya. La forma de anunciar carteles no es la más idónea para los tiempos que corren. Ni en el contenido ni en los tiempos. Veo anunciada ya la corrida de Vistalegre en homenaje a Victorino y creo que es un acierto hacerlo de esta horma y con tanto tiempo para poder trabajar en la venta de entradas, crear ambiente, dar a conocer al público. Es corrida única, cartel cerrado, una historia dentro del propio cartel. Se me hace que muchas ferias y algunos carteles de corridas sueltas, se dan a conocer con un periodo de tiempo escaso para poder trabajar en cada lugar.

El trabajo en cada ciudad es necesario. Trabajarse a la gente muchos días antes para intentar que la corrida o la programación llegue hasta el último de los ciudadanos me perece esencial. Meter la corrida dentro del ideario del pueblo o ciudad es ponerla en valor y hacerla de la gente, hacerla suya. Incluso en Madrid y en Sevilla, llevar la feria o las programaciones barrio a barrio, casi casa por casa en una estrategia comunicativa de gran tarea social.

Está bien la rueda de prensa, la “gala” de presentación al uso, pero el toreo se ha de llevar a cada barrio y los toreros deberían patearse literalmente barrios y colonias en busca del voto preciado, que no es otra cosa que darse a conocer. Hola, soy yo, soy torero, toreo en tu ciudad, en tu pueblo. Miles de barrios de muchas ciudades de todos los países jamás han visto a un torero caminar por sus calles a pie, dando la mano, saludando, tomando una caña, entrando en un mercado de abastos, en un súper, en un centro de trabajo… Incluso los toreros nacidos en el barrio son engullidos por ese aislacionismo que prevalece en esta profesión que, siendo del pueblo, ha convertido a sus personajes en los más ocultos, en los menos vistos en el día a día. Imagino a 50 toreros un mes o mes y medio por los barrios de Madrid de cara a San Isidro. Una gozada.

Los toreros se recluyen en un lugar, no se implican con la ciudadanía. Sí, ya sé que muchos hacen clases prácticas, toreo de salón y esas cosas que van dirigidas a los que ya son partidarios. Ya son partidarios. Uno no va a pescar pescado en las pescaderías. Ahí lo compra. Se va a pescar donde todavía no tenemos el pez. Somos, lo queramos o no, una oferta de ocio de escasa movida en los grandes medios, en los grandes programas. Y somos, sobre todo, un ocio popular. Así lo ha sido el toreo en la historia y eso es lo que debemos recuperar.

Eso en cuanto al torero, porque el toro, el animal, ha de tener su propio día a día en cada barrio. Desde luego no pasearemos un toro por una calle, pero no es necesario. Hay centros de juventud en cada barrio, centros de ciudadanos en cada barrio, movidas culturales en cada barrio y la cultura ecológica ciudadana es tan necesaria como vital para esta soledad y para la Tauromaquia. La mayoría de la población de España se encuentra en las ciudades y ahí el toro es un gran desconocido.

Sólo lo conocen desde el mensaje de la falta de protección de su vida. Y resulta que los auténticos y verdaderos protectores de la vida del toro y del medio ambiente, estaño expulsados o auto excluidos de los barrios de las ciudades. Hay vida en los barrios, hay colectividad, hay organizaciones, hay colegios, centros, escuelas, adonde acudir de forma natural, diaria, formar parte de esas vidas de los ciudadanos. Se trata de bajar a la calle. Ir a comprar el pan, el diario, dar la mano, mostrarnos como somos. Que somos gente sana. Que somos de carne y hueso.

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando