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Un 12 de diciembre

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 16 de diciembre de 2017

Que el toreo esté ese día en los noticieros apoyando a los que ya están olvidados porque cuando ya se han contado los muertos, los muertos y los heridos y los damnificados ya no son noticia, es un orgullo. Pero es que, además, puede ser que asistamos al último gran evento de una plaza tal y como la conocemos.

Será por azares de la vida, pero dicen que un 12 de diciembre de 1325 se fundó la ciudad Gran Tenochtitlan, capital del imperio mexicano. En 1521 Hernán Cortés entró en la ciudad. Y un 12 de diciembre de 1531, sólo diez años después, se fecha la declaración mariana de las cuatro apariciones de la Virgen de Guadalupe al indio chichimeca Juan Diego. Un 12 de diciembre de 2017 ocho toreros y ocho ganaderos van a torear gratis et amore para recaudar fondos que serán entregados a los damnificados del último terremoto sufrido por este país. (En un aparte diré que un 12-D nació Flaubert: “Amad el arte, es la menos mentirosa de todas las mentiras”. Creo que debió referirse al toreo).

José Tomás vuelve después de su Noche Triste, el mano a mano con Adame, en una corrida a la que aportará taquilla y en la que a él le aportan volver a una plaza, una ciudad y un país que no habían quedado felices luego de su última actuación. Un quid pro quo del que dependerá bastante el futuro próximo de lo que este torero quiera hacer: torear o no. A estos pagos mexicanos llegó días antes, es curioso, llegó más o menos en las fechas que llegó Morante, que está en estado de retiro activo, a la espera del verano en España. Las malas lenguas dicen que podrían torear juntos en España. Pero son rumores y no noticias.

Es una corrida, la del día 12, con multitud de lecturas y contenidos. Muchas intrahistorias. Manzanares andaba en las fechas de escribirse estas líneas, buscando un toro. Payo estaba a la espera de otra actuación de talento para decidirse por tener un apoderado nuevo. Joselito Adame trata consigo el desasosiego de su desencuentro con La México. Pablo Hermoso, a la búsqueda de una reafirmación mientras su hijo Guillermo comienza la singladura del toro. Sergio Flores, a la caza de otra puerta grande que le dé salida definitiva a provincias y… a España. El Juli, con la tranquilidad de un faenón en la inauguración, pero con los deseos de no dejar que nadie iguale aquella faena o incluso la que pueda hacer este 12-D.

Pero, en medio de estas historias particulares, en una corrida con mucha miga, con mucho entrebastidor, queda el acto en sí. 43.000 gentes a un promedio de 450 pesos la entrada es mucho dinero para quien lo necesita. No llega a cubrir lo que se necesita, pero será una buena inyección de dinero solidario… del toreo. Pero, más que nada, me gusta el hecho de haber unido ese día religiosamente grande en México, la Guadalupana, con una peregrinación de millones de gentes a una ciudad ya hiper poblada. Un día icono para los mexicanos, que van a lanzar un mensaje nacional de apoyo a los que han sufrido los efectos devastadores del sismo.

Que el toreo esté ese día en los noticieros apoyando a los que ya están olvidados porque cuando ya se han contado los muertos, los muertos y los heridos y los damnificados ya no son noticia, es un orgullo. Pero es que, además, puede ser que asistamos al último gran evento de una plaza tal y como la conocemos. Construida entre 1944/45 por el ímpetu del emigrante libanés Naguib Simón. Se construyó en ¡180 días!, contando con tres turnos de 10.000 trabajadores al día. Una plaza que oculta gran parte de su interior en el subsuelo, hacia donde penetra 20 metros. Cuando acabó la obra, quitar la estructura de madera tardó 21 días con tres turnos de 600 trabajadores al día.

Una plaza que camina hacia su modernización, cuestión que incluye eliminar o modificar las gradas más altas, las no numeradas, en donde, la verdad, jamás supe cuánta gente cabía. Quien ha subido hasta arriba del todo, puede asegurar que adivinar quién es el que está en el ruedo, es cuestión de concurso de azar. Toro y torero son, desde allá arriba, dos diminutos puntos al azar de la pasión. Los tiempos cambian, las mejoras parecen obligadas.

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