GANADERÍAS I JOSÉ LUIS MARCA

Continuadores de la tradición familiar

Antonio Girol
sábado 30 de diciembre de 2017

La dehesa que soñase José Luis Marca y que un día hizo realidad en este rincón idílico de los Llanos de Olivenza es actualmente dirigida por Carlota, su hija, quien cuando nos la encontramos observamos cómo aspira el aire perfumado de la mañana. En cada rincón de la finca, del cortijo, se nota la presencia de su padre. Hace cinco años que se marchó. Sin embargo, aún persiste la sensación de que de un momento a otro va a aparecer con su sombrero de fieltro verde y la chaqueta austriaca, dando órdenes a su gente mientras prende un habano con su mechero torch.

Fotos: ARJONA

Las ausencias son más ausencias cuando vives a diario con ellas. De eso sabe bastante Carlota Marca, que cada día convive con el recuerdo siempre presente de su padre: José Luis Marca, creador de una ganadería que logró posicionar en los primeros lugares. Empresa nada fácil en unos años de gran competencia ganadera. Empresa que ahora sus hijas y su nieto Antonio mantienen con la ilusión y el cariño del recuerdo siempre vivo. Trabajan por mantener el legado que un día recibieron de un hombre admirable por su vocación de trabajador incansable, con una mente despejada para los negocios, a la que unía la pasión de una afición que le llevó a tocar todos los palos en el mundo de los toros, y con buen criterio. En resumidas cuentas: un taurino de los de antes, de esos que ya no quedan.

Un tibio sol otoñal baña con sus dedos dorados cada rincón de Valdecuello. La dehesa que soñase José Luis Marca y que un día hizo realidad en este rincón idílico de los Llanos de Olivenza. Carlota, su hija, aspira el aire perfumado de la mañana. En cada rincón de la finca, del cortijo, de los cerrados, de la placita de tienta, de las corraletas… nota la presencia de su padre. Hace cinco años que se marchó. Sin embargo, tiene la sensación de que de un momento a otro va a aparecer por algún rincón con su sombrero de fieltro verde y la chaqueta austriaca a juego dando órdenes precisas a su gente mientras prende un habano con su mechero torch.

Tanto ella como su hermana y su sobrino Antonio son conscientes de la inmensa responsabilidad que su padre y abuelo dejó sobre sus hombros. Al igual que son conscientes de que el mejor homenaje que pueden hacerle a diario es continuar con su maestrazgo. Los resultados de su decisión son palpables y cuantificables. La ganadería de José Luis Marca, cinco años después de la muerte de su creador, continúa entre las más importantes del campo bravo con el mismo ideal de camadas cortas que vislumbrase el ganadero aragonés con el correr de los años.

“Ya en vida de mi padre tenía menos vacas de vientre. Y en estos cinco años desde que él murió nosotros hemos creído conveniente continuar la tradición ganadera, pero no queremos hacer una ganadería muy larga porque sustituir a mi padre es muy complicado. Él era un taurino de los de toda la vida. Lo que estamos haciendo es ir reponiendo las vacas que presentan bajas para mantener más o menos el mismo número que había cuando él falleció. No queremos ampliar porque cada vez cuesta más vender el ganado al haberse reducido el número de festejos. Y sería una temeridad por nuestra parte querer tener un número amplio de toros para que luego se quedasen en el campo. Lo bonito de esta aventura es mantener la tradición familiar y el trabajo de toda la vida de mi padre en óptimas condiciones”, así lo resume Carlota Marca.

Estamos haciendo exactamente lo mismo que hacía mi padre en vida. Tenemos los mismos sementales y la selección es estricta: de cuarenta vacas aprobamos tres

Un trabajo que cada día admira más viendo las dificultades que supone la cría del toro bravo: “Es duro porque te falta un pilar muy importante como es tu padre. Por más que yo estuve trabajando a su lado en la ganadería desde 1994 a 2008 y también está mi sobrino Antonio que trabajó con su abuelo, su muerte nos cambió la vida de golpe y porrazo porque tienes que llevar un negocio en el que falta precisamente quien lo ha levantado de la nada. A ese golpe se unió el de la muerte de nuestra madre poco tiempo después. Pero estamos ahí luchando y llevándolo para adelante lo mejor posible. Cuesta mucho y siempre lo tienes presente porque además no hemos cambiado nada en el campo y eso hace que, a pesar de que han pasado ya cinco años, parezca que aún siga aquí entre nosotros”, comenta, mientras mira en lontananza el mar pardo de encinas que se pierden en las suaves lomas de Valdecuello por las que tantas veces transitó su progenitor repasando su ganado.

Un ganado que este año les ha dado grandes satisfacciones en los festejos en que han sido lidiados. La temporada la comenzaron bien temprano. En Ubrique, la tarde del 28 de febrero, día de Andalucía, lidiaron la primera corrida de toros. Un total de nueve orejas se repartieron El Fandi, López Simón y Joaquín Galdós: “Hubo por ejemplo un toro, el número 44, que mató El Fandi, que fue ovacionado en el arrastre. La pena es que hizo bastante fresquito por la fecha en que se dio la corrida y ya se sabe que cuando está así el tiempo parece que apetece menos aplaudir, pero el encierro en conjunto tuvo muchas cosas buenas”, dice con una sonrisa reflejada en el rostro.

Si en Ubrique se divirtieron toreros y aficionados con el buen juego de los cuatreños de Marca, no fue menos en la localidad pacense de Fuentes de León, en donde lidiaron una novillada con picadores en la que la terna compuesta por Luis Manuel Terrón, David Bolsico y Joao Silva “Juanito” pasearon siete apéndices: “Ese día le dieron la vuelta al ruedo al número 36-Gaceta y el mayoral dio dos vueltas al ruedo acompañando a los novilleros para terminar saliendo en hombros junto a los tres novilleros”, comenta con orgullo.

Si bien estos dos festejos en plazas de menor entidad supusieron un buen aluvión de trofeos y reconocimientos póstumos en forma de vueltas al ruedo, la ganadería de José Luis Marca tiene cada año puestos sus ojos en citas de mayor entidad. Tras varias temporadas sin ver su nombre anunciado en los carteles de Las Ventas, este año acudieron a la primera plaza del mundo con una novillada para los triunfadores de San Isidro: “Sólo pudimos lidiar cuatro novillos porque no dieron el peso”. Hace un paréntesis para explicar: “Mi padre siempre tuvo en su cabeza un toro, que era el de Juan Pedro, y a ese toro le cuesta coger kilos y rematarse. Sobre todo, para este tipo de plazas”. Hecha la puntualización continúa: “Resultó una novillada noble, que permitió a los tres novilleros expresarse. Quitando algún novillo que no terminó de gustarme, en general quedé satisfecha. Especialmente con el 28-Aguaclara, que fue ovacionado en el arrastre, y con el 43-Amante, que escuchó palmas cuando el tiro de mulillas lo llevaba para el desolladero”.

Mi padre era de los taurinos antiguos, de los que hoy cada vez quedan menos. Te apetecía escucharle y además solía decirnos que oyésemos más que hablásemos. Tenía una cabeza privilegiada

Esa tarde de Madrid estuvo teñida de luto por la muerte, un día antes, de Iván Fandiño y curiosidades del destino hicieron que tres meses más tarde, sin estar en principio anunciada en el cartel, la ganadería de José Luis Marca sustituyese a la de Cayetano Muñoz en la corrida de toros que, en Guadalajara, sirvió de homenaje al torero vasco. Carlota Marca, recuerda así la efeméride: “La tarde de Guadalajara resultó muy emotiva por el recuerdo de Iván, que además el año anterior había matado nuestra corrida en ese mismo ruedo. Este año volvimos con esa corrida porque nos llamaron a última hora al haber rechazado los veterinarios la que estaba anunciada”.

Los hados de la Tauromaquia se juramentaron para ofrecer a la memoria del bravo torero de Orduña una tarde para el recuerdo. Curro Díaz, su sustituto, Miguel Ángel Perera y Cayetano regalaron una sensacional tarde de toros con los ejemplares de José Luis Marca: “Gracias a Dios salió todo bien. La corrida embistió y los tres toreros salieron a hombros y hubo un toro, el 33-Africano, que sobresalió sobre el buen juego del resto, al que Perera le hizo un gran faena y le cortó las dos orejas. Un toro al que incluso hubo un sector de la plaza que le pidió el indulto”, añade.

Para él el toro tenía que ser noble, pero que a la vez tuviese su bravura y el torero se sintiese seguro frente a él. Ese es el que nos inculcó a nosotros y ese es el que seguimos buscando en nuestra ganadería

Satisfecha con el juego de sus astados, Carlota Marca hace hincapié en los criterios de selección que su padre puso en marcha y que tanto ella como su hermana y su sobrino han continuado con idéntico celo: “Estamos haciendo exactamente lo mismo que hacía mi padre en vida. Tenemos los mismos sementales y la selección es estricta hasta el punto de que en el mejor de los casos podemos aprobar tres vacas de cuarenta que tentamos”. El hecho de ser tan estrictos en la selección tiene explicación: “El criterio de tientas es el mismo que tenía mi padre. Por lo que al ser tan rigurosos en la selección sólo nos quedamos con lo que es auténtica crema para poder reponer esas bajas a las que me refería anteriormente, ya que no queremos aumentar el número de reproductoras”.

Vuelve a emerger el nombre del padre en la conversación: “Era genio y figura. Eso hace que estemos todo el día nombrándole en aquello que hacemos: “Papá decía esto”, “como hacía papá”. En su vida marcó mucho porque en el mundo del toro hizo de todo. Incluso de chófer en sus inicios. Quiso ser novillero…, luego ganadero, apoderado, empresario”. Recuerda con el brillo brincado en las pupilas. “Era de los taurinos antiguos, de los que hoy cada vez quedan menos. Te apetecía escucharle y además solía decirnos que oyésemos más que hablásemos. Tenía una energía y una cabeza privilegiada. Le admiré en vida y le admiraré siempre”, apostilla con la emoción abrazada en su voz.

Al ser tan rigurosos en la selección sólo nos quedamos con lo que es auténtica crema para poder reponer las bajas

Viendo, y sintiendo, la admiración que Carlota siente por la figura de su padre se entiende mucho mejor la conexión que entre una y otro hay en cuanto al ideal de toro: “Para mi padre el toro tenía que ser noble, pero que a la vez tuviese su bravura y que el torero se sintiese seguro frente a él. Y ese es el que nos inculcó a nosotros y es el que seguimos buscando en nuestra ganadería”. Sólo añade un pero en ese maridaje: “Tal vez a ese toro le faltaba un poco de fuerza. Y es lo que intentamos corregir”.

Se queda un momento en silencio esperando la pregunta que inexorablemente surge: “Mire, mi padre, por ejemplo, no corría los toros. Nosotros sí lo estamos haciendo junto con el control alimentario. Hemos hecho un corredero que antes no existía y ese es el único cambio que hemos aportado en estos años”.

Seguro que José Luis Marca desde el cielo aprueba la idea porque si por algo destacó el genial taurino aragonés fue por ser un innovador. Como también se debe sentir orgulloso de que sus hijas y su nieto sean unos enamorados de la variedad cromática de los pelos de sus reses. Algo que le permitía presumir de sus toros bonitos: “Le encantaba que esa fuese una marca, nunca mejor dicho, de esta casa. El pelo jabonero le fascinaba y tenemos dos sementales con ese pelo junto a otro burraco que también ha sido una capa muy característica del toro de Marca. Y como nuestro deseo es mantener aquello que dejó mi padre hemos querido continuar por esa misma senda de sus pelos y capas preferidas”, apostilla mientras repasa con la mirada los cerrados en los que descansan los lotes de la próxima temporada esperando a que por fin llueva en Valdecuello, tal y como espera su criadora y el resto de ganaderos en este otoño tan seco.

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