De todas las llamadas “artes”, la del toreo es la menos renovable. Se maneja de tal forma que ya es una norma lo que sigue: que ha de pasar más de una década para que un torero cumpla, más o menos, con los componentes de una figura. Tirón en taquilla, ilusión, esperanza, talento, solidez y posibilidad para crecer. Desde la llegada de El Juli, tuvimos que esperar a Talavante y luego a Roca Rey, sin que estos dos grandes hayan significado lo que El Juli en sus inicios. Recordemos que el de Velilla actuaba, sí o sí, con el cartel de “No hay billetes” tarde tras tarde.
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