Nadie lo esperaba, ni siquiera lo podían imaginar y todos cavilan: será contra uno, será contra dos, será un paso más en la política de bloques, será, será… Es una duda razonable, RV y SC son dos personalidades absolutamente distintas, tanto que se podría entender como de imposible maridaje pero también por eso mismo muy complementarias.
La semana pasada se cerró con noticia. Inesperada. Una nota de prensa despertaba el adormecido ambiente invernal. Fue como un calambrazo. Ramón Valencia y Simón Casas anunciaban un acuerdo de colaboración que implicaba todas sus plazas y dejaba abiertas todas las expectativas. Lean si no, textual, “Ramón Valencia, presidente de la empresa Pagés, y Simón Casas, presidente de Plaza 1 y de Simón Casas Production, han llegado a un acuerdo de colaboración en relación con las plazas de toros que gestionan: Madrid, Sevilla, Valencia, Nimes, Málaga y Alicante. El objetivo es el de potenciar todos los vectores de desarrollo de la Tauromaquia priorizando el fomento de la calidad y la protección de los nuevos valores”. Está claro, clarísimo si se admite la ironía, que puede significar todo o nada. De momento ha venido a poner al toreo en su globalidad en modo alerta. En ese sentido el primer objetivo entiendo que lo han conseguido. Nadie lo esperaba, ni siquiera lo podían imaginar y todos cavilan: será contra uno, será contra dos, será un paso más en la política de bloques, será, será… Es una duda razonable, RV y SC son dos personalidades absolutamente distintas, tanto que se podría entender como de imposible maridaje pero también por eso mismo muy complementarias, lo que no tiene uno lo tiene el otro, locuacidad y discreción, cordura y rebeldía, pero lo que de verdad tienen son las dos plazas más influyentes del mundo. Sin una aún se puede vivir, sin las dos no hay vida.
Preguntados los protagonistas no han querido añadir nada más allá de otra frase bien construida: “Se trata de una colaboración responsable en un momento complicado para el futuro de la Tauromaquia. Era ilógico que no existiese. No puedo decir más”. O no quiere y está en su derecho, pero dicho así no se puede estar en desacuerdo, ni preocupado, sólo en el tiempo y en el desarrollo de la idea estará la solución. ¿Será una rosa, será un clavel? ¿Será ungüento, será vinagre? De momento es una confluencia, una mezcla inesperada de cuerdos y rebeldes.
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