Los gringos, que hablan un inglés mascando chicle, lograron casi todo lo bueno de los españoles. Más de la mitad del país de Trump y de Lincoln, tiene nombre español. La historia, silenciada a gusto del vencedor, ha tratado de ocultar que más de la mitad de las tierras que hoy son de EEUU, no hace más de un siglo eran tierras de México, de cultura hispana. Los gringos jamás hicieron prisioneros: nunca se mezclaron con el indio, lo mataron de pobreza y tristeza, se trajeron negros para el curro duro y expulsaron a los hispanos a la que les dio la gana. El muro de Trump debería situarse en Canadá. Pero, en este país de extrañas certezas y libertades, los gringos se perdieron la cultura del toro bravo al expulsar lo hispano.
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