Desde el Arenal

Tapias vacías

Carlos Crivell
lunes 26 de febrero de 2018

El mundo de los novilleros sigue en bancarrota. A la dificultad de poder torear debido a la disminución de novilladas picadas, ahora se encuentran con el problema de que casi les resulta imposible acudir a tentaderos para su preparación de cara a la temporada. Los precios de las vacas de tienta se han disparado. Además, algunos ganaderos tienen posibilidades de lograr ganancias con las distintas asociaciones de aficionados prácticos. Siempre he pensado que las vacas deben ser para los toreros en activo.

Pero la realidad es distinta. El número de becerras ha bajado en las ganaderías. La mayoría de los criadores han reducido las cabezas por las propias necesidades del mercado. Si encima las que se tientan están destinadas a las figuras, se puede entender que los chavales tengan muchos problemas para poder torear en el campo.

Pero hay algo más. Algunos ganaderos se quejan de que cada vez hay menos aspirantes en la tapia. Debe ser el signo de los tiempos. La tapia ha sido una forma de escuela de aprendizaje de muchos matadores en sus comienzos. Ese halo romántico de los jóvenes esperando su oportunidad para pegarle pases a la vaca que ha exprimido la figura está desapareciendo en las plazas de tienta. Y no hay nada denigrante en ello. Sin embargo, en unos momentos en los que a un joven que ha toreado tres novilladas ya le llaman maestro, eso de irse a la tapia se considera de poca categoría.

Hay que comprender las quejas de muchos novilleros. Sin padrinos no hay quien se bautice. Todo es un cúmulo de problemas. Salen a plazas como Madrid a jugarse su futuro sin más bagaje que muchas horas de toreo de salón. Los recientes movimientos para la defensa de las novilladas con picadores me parecen oportunos y necesarios. Ahí está la base del toreo. El obligado y perentorio relevo está a la espera, aunque muchos no tienen la posibilidad de ponerse delante ni de una becerra. Es verdad que aquí a nadie le regalan nada, que los que están arriba se lo han ganado, pero no es menos cierto que este sistema está cerrando las puertas a muchos toreros que se quedan en el camino. Es algo que debe movilizar al sector, aunque no estoy convencido de que a algunos les interese que cambien las cosas.

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