Ángel PeraltaÁngel Peralta

Ángel Peralta, genio del toreo a caballo

Carlos Crivell
sábado 07 de abril de 2018

En la madrugada del 7 de abril falleció a los 93 años de edad en La Puebla del Río (Sevilla) el gran rejoneador Ángel Peralta. El mayor de los hermanos Peralta había sufrido un notable deterioro de salud en los últimos meses. Hacía apenas 20 días ingresó en un centro hospitalario sevillano, desde donde pasó a su domicilio en La Puebla. Después de una discreta mejoría, sufrió un fallo multiorgánico que acabó con su prodigiosa vida. No se puede llamar de otra forma que prodigiosa a la dilatada trayectoria de un hombre que abarcó tantas facetas y actividades. Peralta fue rejoneador, ganadero, apoderado, agricultor, escritor, poeta, actor de cine… Fue un verdadero enamorado de la vida. Fue un innovador en cada una de las materias a las que dedicó su atención.

Ángel Peralta nació en La Puebla del Río el 18 de marzo de 1925. Su vida estuvo dedicada por completo al toro y al caballo. Así lo avalan sus más de cincuenta años en activo, su labor de promoción e innovación en el mundo del rejoneo y su dedicación a la cría de ganado bravo. Sus primeras experiencias al lado de estos dos bellos animales las vivió en su propia casa, ya que su familia, propietaria de la hermosa finca donde ahora pastan sus toros, en los aledaños de las marismas onubenses, mantenía una ganadería de lidia. Pero Ángel Peralta no se conformó con eso y muy pronto, debido a sus grandes aptitudes para la equitación, decidió dedicarse de manera profesional al rejoneo. Con 19 años, el 19 de febrero de 1945, decide probar en una plaza de toros todo aquello que ya había practicado en el campo. Para ello actuó en la plaza sevillana de La Pañoleta y, quedando satisfecho de lo realizado, da el salto a los ruedos para participar en festejos formales. Tres años después se presenta en Madrid, el 19 de abril, rejoneando una res de Molero al final de una corrida de toros en la que participaron Morenito de Talavera Chico, Rafael Yagüe y Antonio Chaves Flores.

La espectacularidad a la hora de realizar las suertes, la gran doma de sus caballos y la gran variedad que imprime a su labor, le hacen alcanzar gran fama ya en sus primeros años, conquistando también los ruedos mexicanos durante la década de los 50. Su enorme inquietud por difundir la grandeza del arte del rejoneo le llevan a participar en numerosas conferencias, como la celebrada en marzo de 1960 en el Instituto de Cultura Hispánica, y a realizar exhibiciones muy lejos de España. Un ejemplo de ello son las realizadas en Berlín, en febrero de 1961, o la que tuvo lugar en The Empire Pool de Londres, en octubre de 1962.

La de 1965 es una temporada aciaga, puesto que sufre una lesión de tobillo al ser derribado por un astado de Juan Pedro Domecq en Almería y pierde a su jaca Cabriola, que muere corneada el 5 de septiembre en Alicante.

Envuelta en la polémica estuvo la campaña de 1966, cuando protagonizó un desagradable altercado con Álvaro Domecq en la plaza de Barcelona que tuvo continuidad en las sucesivas declaraciones de ambos protagonistas y que, sin embargo, terminó por olvidarse y les llevó a actuar juntos en numerosas ocasiones.

Tanto es así que, cuando comienzan a componerse carteles completos de rejoneadores, sobre 1970 en las corridas llamadas del Arte del Rejoneo, forman parte de los llamados Jinetes del Apoteosis, junto a su hermano, Rafael Peralta, y al portugués Samuel Pereira Lupi. Juntos se anuncian en las principales ferias españolas, lo que le lleva a sumar un total de 94 actuaciones ese año.

Pero fue la temporada siguiente la que le llevó a instituir un récord difícilmente alcanzable, al lograr participar en 125 festejos. En 1971 logra su mayor triunfo en Sevilla al cortar las dos orejas y el rabo de un toro. Fue una década de gran actividad y de grandes triunfos y no será hasta finales de la misma cuando decida ir reduciendo, selectivamente, sus compromisos. Una de las tardes más importantes de este periplo fue la llevada a cabo en la Feria de Abril de Sevilla de 1979, que le hizo merecedor de un elevado número de trofeos. Similar fue el tono que mantuvo durante los 80 cuando, a pesar de tener más de 60 años, demuestra conservar unas facultades envidiables para mostrar continuamente su maestría. Lo ocurrido el 19 de mayo de 1990, cuando fue derribado en Zubia (Granada) cayéndole encima la cabalgadura y sufriendo serias lesiones, a punto estuvo de hacerle abandonar la profesión pero, una vez recuperado, aún actuó en diversas ocasiones.

Fue actor en numerosas películas, aunque las más destacadas fueron La Novia de Juan Lucero, al lado de Juanita Reina, y Cabriola, con Marisol.

Este genio fue autor de letras de sevillanas que han pasado a la historia, como aquella de “Se amaron dos caballos”, un clásico que perdura con el paso del tiempo.

Recibió a lo largo de su trayectoria innumerables galardones y homenajes, los más importantes fueron la Cruz de la Beneficencia en 1979, la Cruz al Mérito Civil en 1992 y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2013. También se le otorgó la Medalla al Mérito en el Trabajo. El 20 de septiembre de 1992 fue homenajeado con un festejo por once de sus compañeros en Madrid.

Otro homenaje recibió el 2 de octubre del siguiente año, de similares características, en la plaza de toros de Sevilla, llevando a cabo su última actuación durante la campaña de 1994.

A lo largo de todos estos años, Ángel Peralta introdujo muchas novedades en el mundo del rejoneo. Por ejemplo, fue el primero en banderillear por el lado izquierdo, en poner banderillas cortas a dos manos y creador de la suerte de la rosa, ejecutando todas ellas con gran valor, convirtiéndose en el punto de referencia para muchos de los que entonces se iniciaban en el arte del toreo a caballo. Desde su retirada, su vida ha estado dedicada a la ganadería, de procedencia Murube, que adquirió junto a su hermano en 1953, y a la poesía, otra de sus grandes pasiones y una faceta menos conocida por el gran público.

Fue mentor de caballeros rejoneadores. A su lado creció Diego Ventura en las marismas de La Puebla del Río. Su última ilusión fue Lea Vicens, de quien ha sido apoderado y a quien acompañó hasta la pasada temporada.

Descanse en paz este auténtico genio de la vida, porque además de lo contado, don Ángel Peralta vivió la vida para gozar de ella.

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