ENTREVISTA

Iván Vicente, ante el 2 de mayo: “Que la vida me pague con un triunfo”

"Aunque suene atrevido, mi concepto es muy del gusto de Madrid", subraya el diestro a pocas horas de hacer el paseíllo en la Goyesca de Las Ventas
José Ignacio Galcerá
martes 01 de mayo de 2018

De estar cinco años sin pisar Las Ventas a verse anunciado hasta en seis ocasiones los últimos dos años. Así de radical cambió de un día para otro la carrera de Iván Vicente. El madrileño, que a punto estuvo de abrir la puerta grande de la Monumental una tarde de agosto de 2015, se ha convertido en un habitual en esta plaza. De concepto clásico, ese que está por encima de modas y modos, sus formas encajan a la perfección con los gustos de la afición. Ahora vuelve a la que es su casa. Lo hará dos tardes: el 2 de mayo, en la Goyesca, y el 7 de junio, en la Feria de San Isidro. Lo dicho, un clásico que vuelve a contar.

Fotos: ARJONA

-El cartel del próximo 2 de mayo no puede ser más madrileño.

-Es complicado que lo sea más… Hablamos de Las Ventas, el día de la Comunidad de Madrid, tres toreros madrileños -Javier Cortés y Gonzalo Caballero completan la terna- pero no solo eso, sino que los tres hemos pertenecido y salido de la Escuela Taurina Marcial Lalanda y, para rematar, los toros del maestro Joselito, que más madrileño que él no creo que haya nadie.

-¿Cómo recuerda sus comienzos en el Batán?

-Guardo muy buenos recuerdos de mi paso por allí. Estoy muy orgulloso de haber pertenecido a la Escuela Taurina. Respetaban el concepto que tenías y, a partir de esa base, te enseñaban la técnica para coger los trastos, te enseñaban a vivir en torero, pero luego cada uno daba rienda suelta a su personalidad.

La conversación con Iván Vicente arranca hablando del futuro más inmediato, como la corrida Goyesca de Madrid en la que está anunciado, pero también de sus orígenes en las instalaciones del Batán como novillero. Un ir y venir de recuerdos del pasado pero también de las ilusiones que despierta el presente. Estos días anda metido en el sur, enlazando tentaderos, uno detrás de otro, un día en El Parralejo, al siguiente en Osborne y al otro en Fuente Ymbro. En casa de Ricardo Gallardo, tal y como atestiguan las fotos de Arjona que ilustran esta entrevista, el madrileño toreó dos vacas y un novillo. “Fue de esos tentaderos bravos, moviéndose, muy importante. De los que no te aburres”, confiesa. También de los que valen y te ponen a tono. Y es que toda preparación parece poca para su regreso a la Monumental venteña.

“Muchos aficionados pensaban que me había quitado, pero yo seguía en activo aunque la realidad era que no tenía oportunidades. Gracias a Dios siempre he tenido Madrid para remontar mi carrera

-Las Ventas le “rescató” una tarde de agosto de 2015. En su vuelta a Madrid estuvo cerca de salir a hombros.

-A esa tarde llegaba después de estar cinco años sin estar anunciado en Las Ventas y dos de ellos los pasé en blanco, sin vestirme de luces. Gracias a Dios siempre he tenido Madrid para remontar mi carrera y ese día pude demostrar lo que soy capaz de hacer. Aquel día me dio pie para entrar en el San Isidro siguiente y ayudó a que se hablase de mí. Muchos aficionados pensaban que me había quitado de esto porque no aparecía en ningún lado, pero yo seguía en activo, haciendo vida de torero porque nunca la he dejado, pero la realidad era que no tenía oportunidades.

-¿Qué ha cambiado en su carrera desde aquella tarde?

-Fue un antes y un después no ya en mi carrera, que también, sino en mi vida porque de lo que pasara ese día dependían muchas cosas. Había tantas ilusiones guardadas que tenía que aprovechar la oportunidad sí o sí. La suerte me acompañó y las ilusiones quedaron intactas. Los toreros necesitamos aliento y eso se consigue toreando. Cuantas más oportunidades te den, más aliento tienes. Soy un privilegiado por haber podido torear seis tardes los últimos dos años en Madrid y por volver a sentir que los aficionados me respetan.

“Levantarte y no tener ni un tentadero es durísimo. Un año, otro año… Pusieron a prueba mi afición porque no veía ni cuándo ni dónde iba a torear”

-Esos dos años que pasó en blanco ponen a prueba la afición de cualquier torero.

-Fueron los dos años más duros de toda mi vida. Todos los toreros tenemos altibajos, unos años toreas más y otros menos, pero levantarte a entrenar sin ni siquiera tener un tentadero es muy duro. Un año, otro año… al final no estás haciendo lo que te gusta a pesar de que te estás preparando los 365 días como si fueras a torear en todas las ferias. Son dos años que me pusieron a prueba de verdad porque no veía ni cuándo ni dónde iba a torear.

-¿Se sintió invisible para la profesión?

-Sí, hubo momentos que se me caía el mundo encima. Hablamos de dos años sin vestirme de luces y otros tres más sin estar anunciado en Madrid. Yo afrontaba cada año pensando: Este va a ser, si no en San Isidro, a lo largo de la temporada, pero no…. Llegaba otro mes de enero, volvía a ilusionarme y me volvía loco buscando tentaderos, así durante cinco años. Ahora echo la vista atrás y no sé todavía cómo aguanté aquellos momentos. Seguramente fue porque tengo mucha afición y porque confío en mí. La prueba fue esa tarde en Madrid cuando me dieron la oportunidad.

-¿Pensó en tirar la toalla?

-Si te digo que no, estaría mintiendo. Se me pasó por la cabeza todo: dejarlo, no dejarlo, seguir… hubo momentos de aburrirme, de preguntarme hasta dónde merece la pena. De todas formas no busco culpables, al final las circunstancias de cada cual son consecuencia de lo que uno hace y así lo asumí.

-¿Qué se echa en cara?

-No haber aprovechado las oportunidades que he tenido como debería haberlo hecho. Más que aprovecharlas, me echo en cara la forma de afrontar algunas tardes. Cuando somos jóvenes nos creemos que somos unos fenómenos pero la realidad es muy distinta.

-Qué difícil y qué fácil a la vez puede ser todo en el toreo.

-Aquello de que en el toreo te puede cambiar la vida en diez minutos puede parecer un tópico pero es una realidad como un templo. En un momento, tu vida puede dar un giro de 180 grados, puedes pasar de estar sin nada a tenerlo todo o, en el peor de los casos, al contrario. Yo en apenas dos faenas volví a estar en boca de los aficionados y volví a ver cómo una empresa como la de Madrid contaba conmigo de nuevo.

“A pesar de que las modas vengan por otros derroteros o se impongan otras formas, al final cuando aparece alguien que torea clásico acaba gustando siempre, incluso a aquellos que no saben de qué va esto

-¿Cómo ha sido su relación con la plaza de Las Ventas?

-De novillero toreé tres tardes y como matador han sido bastantes las veces que he hecho el paseíllo. Es una plaza en la que he crecido, en la que me he hecho torero yendo desde niño, soñado más tarde de mayor, he visto triunfos de compañeros y de amigos, es una plaza en la que he sentido el triunfo y el fracaso en mis propias carnes, en la que he rozado la gloria… la relación ha sido un tira y afloja. Es la plaza que me ha dado lo que tengo y la que me mantiene con la ilusión intacta para seguir toreando.

-¿Qué importancia tiene para un torero el paso del tiempo? ¿Cómo ha influido en su caso?

-Para mí es clave, le doy más importancia al paso del tiempo que a torear mucho, que no a todo el mundo le viene bien. Para que un torero se cuaje es necesario que pasen los años. A mí me ha venido bien no solo que pase el tiempo sino el parón de esos dos años sin torear. También depende del concepto de cada uno. Mi concepto es sabido por todos los aficionados, yo me siento un torero clásico y los años me han influido tanto que ahora estoy disfrutando en el campo como no he disfrutado en mi vida. Estoy haciendo cosas que no había hecho hasta ahora porque antes no las veía. Es el mismo concepto pero más depurado. Ahora todo tiene un porqué, surge una pregunta pero también hay una respuesta.

-El concepto que usted tiene siempre ha encajado en Las Ventas.

-En Madrid… y yo diría que en todas las plazas pero quizá allí un poco más. Aunque puede sonar un poco atrevido, mi concepto es muy del gusto de esa plaza, la manera de interpretar el toreo encaja bien allí.

-Cuando a día de hoy se están imponiendo otras modas y maneras de interpretar el toreo, formas como las suyas deben cotizar al alza.

-La historia nos dice que cuando se habla de toreros que son recuperables, se da la coincidencia que a la mayoría de ellos les une la misma línea: el clasicismo. Esa manera de torear ha sido muy común a toreros que se han encontrado o se encuentran en una situación parecida a la mía. Lo clásico siempre ha gustado a todo el mundo, a todo tipo de públicos. Esa es la baza con la que juega mi carrera, pero no lo hago porque pueda encajar más o menos en una plaza determinada, sino que lo hago porque es así como lo siento y así me gusta interpretarlo cuando puedo.

“Le doy más importancia al paso del tiempo que a torear mucho, que no a todo el mundo le viene bien. Para que un torero se cuaje es necesario que pasen los años”

-Esas formas están por encima de cualquier moda.

-El clasicismo no pasa de moda. Si nos fijamos, a pesar de que las modas vengan por otros derroteros o de que se impongan otras formas de torear menos clásicas, al final cuando aparece alguien que torea clásico acaba gustando siempre, incluso a aquellos que no saben de qué va esto.

-Después de aquella tarde de 2015, llama la atención que ahora parece que es un torero por descubrir. ¿Tiene esa sensación?

-A pesar de tener diecisiete años de alternativa, considero que soy un torero que está poco visto. Quitando Las Ventas, Pamplona y Zaragoza, no he estado en muchas ferias, de hecho, me queda por debutar como matador en casi todas las plazas de España. No estoy visto pero artísticamente estoy cuajado, hay momentos que siento que puedo ser un torero por descubrir para la gran mayoría. Hay muchos aficionados que no me ubican porque no me han visto, es lógico.

-En su situación, ser una “novedad” puede ser una ventaja.

-Por su puesto, así lo entiendo también. Todo lo que sea sorprender creo que es bueno. De hecho estos últimos años he sorprendido.

-Dígame un deseo para el 2 de mayo.

-Que se haga realidad el sueño que tengo desde chiquitito, desde que empecé a ser torero, que la vida me pague con un triunfo para yo así poder pagar a toda la gente que me ha seguido desde el principio, a mi familia, mis amigos y a todos los que han creído en mí y a los que me rodean a diario porque estoy en deuda con ellos. A partir de ahí deseo, como cualquier otro torero que esté anunciado en Madrid, que la suerte me acompañe porque es fundamental.

-Ojalá sea así. Suerte.

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