FERIA DE SAN ISIDRO

La terna se estrella con la novillada de Guadaira en Madrid

Arranca el abono con seis silencios. La actitud de Ochoa y el buen trazo de Téllez, lo más destacado
Gonzalo I. Bienvenida
martes 08 de mayo de 2018

Fotos: JAVIER ARROYO

Poca historia tuvo el primer capítulo de la novillada que inauguró San Isidro. El novillo de Guadaira, descarado y hondo, no se definió hasta el último tercio, en el que no se empleó. Antes, Carlos Ochoa firmó un arriesgado quite con el capote a la espalda. David Garzón acusó su falta de oficio por lo que no terminó de ordenar las informales embestidas. La espada cayó fea y perpendicular.

El cuarto de Guadaira derrotó con mal estilo en los capotes desde salida. Su condición no mejoró durante la lidia de Porritas. Carlos Ochoa tropezó cuando iba a hacer un quite al tercero. Esquivó en el suelo la embestida en el último momento. Ochoa quitó por chicuelinas en cuanto se repuso. El novillo desarrolló en rabioso y a Garzón le faltó gobierno. El ecuatoriano se atascó con los aceros.

Carlos Ochoa llegó a Madrid con las ideas claras. Desde el principio trató de torear a la verónica, en el tercer encuentro el novillo, altón y ofensivo de cara, le rompió el capote y descompuso el entregado saludo. Jesús Vicente fue aplaudido tras dos buenas varas al igual que Andrés Revuelta por sendos pares de banderillas. Brindó la faena a Raúl Tenorio, ganadero de San Isidro, y empezó con la misma actitud que lo hizo todo: muy arreado. En ese inicio la exigencia por abajo al noble novillo de Guadaira pudo ser excesiva. Extraordinario fue un cambio de mano semiflexionado. El novillo se fue viniendo abajo como respuesta a la efusividad de Ochoa que se amontonó por momentos. El novillero madrileño encontró mayor rotundidad al natural, donde cuajó una tanda tan asentada como templada pero con poca respuesta por parte de los tendidos. Demasiada exigencia para un novillero que estuvo en novillero y que firmó momentos de interés. Finiquitó por ajustadas bernadinas. La estocada hizo guardia y tuvo que utilizar en varias ocasiones el descabello.

El quinto novillo de Guadaira fue el más complicado de los lidiados hasta el momento. Reservón, agarrado al piso y con brusquedad. El quite de frente y por detrás de Téllez fue a carta cabal. Carlos Ochoa hizo un esfuerzo, tragando mucho y queriendo durante toda su actuación. Esfuerzo sin recompensa del madrileño. La espada entró en el tercer envite.

Ángel Tellez se estrelló con un tercero de Guadaira al que le faltó empuje y transmisión. El novillo apuntó humillación y nobleza como virtudes pero la predominante falta de fuerza condicionó todo lo demás. Téllez trató de componer la faena entre algodones. Lo mejor, una gran estocada.

El sexto condensó el común denominador de la novillada de Guadaira: la falta de entrega. Se movió más que sus hermanos y tuvo constantes síntomas de mansedumbre. Por delante era un toro pero la falta de remate anovillaba su expresión. Ángel Téllez sólo pudo mostrar su buen concepto con algunos asentados naturales rematados detrás de la cadera. La estocada fue defectuosa.

Madrid, martes 8 de mayo de 2018. Feria de San Isidro. Novillos de Guadaira, serios y bien presentados, pero de pobre juego por su falta de casta en líneas generales. David Garzón, silencio en ambos; Carlos Ochoa, silencio tras aviso y silencio; Ángel Téllez, silencio en ambos. Entrada: Dos tercios. Saludó Juan Navazo tras un gran tercio de banderillas en el sexto.

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