ENTREVISTA

Ramón Vila: “La cirugía taurina es tan especial que no se aprende en la carrera”

Jorge Casals
jueves 17 de mayo de 2018

Con motivo de la retirada de Ramón Vila en 2011, Aplausos le realizó una entrevista, que ahora recuperamos, en la que repasaba su dilatada trayectoria al frente de la enfermería de la Maestranza.

-Usted dice que no es un adiós.

-No he dicho adiós. Sólo he cambiado de sitio. Soy consciente de que el tiempo pasa y que hay que dejar paso a los jóvenes que tienen la misma ilusión que cuando yo empecé. Y quiero disfrutar de mi equipo en vida.

-¿Deja el cargo de cirujano jefe de la Maestranza después de…?

-Treinta y tres años. Entré en 1978 en lugar de mi padre.

-Su padre fue el doctor Vila Arenas, un gran cirujano en una época muy distinta a esta.

-En aquella época lo que predominaban eran las manos de la persona sobre la técnica, ahora es al revés. Mi padre fue un gran cirujano, que me enseñó muchísima cirugía manual, como entonces se hacía. Aprendí de él muchas cosas tanto en la profesión como fuera de ella. Aprendí la forma de ver las heridas, de tratarlas, de comportarse con los toreros…

-De su padre le viene la afición por la cirugía y por los toros.

-Evidentemente. Cuando terminé la carrera, como no tenía cabida en la Maestranza de Sevilla se me ocurrió hacer un equipo móvil para ir por las plazas del pueblo. Fui el primero en hacerlo y ahí es donde me doctoré de verdad, yendo a todas las plazas de Sevilla, Huelva y Cádiz.

-Así estudió una asignatura que no existe como tal en la carrera.

-Ahí es donde aprendí y me formé de verdad, pasando muchas tardes difíciles con unos medios que no son los de ahora. En la carrera te enseñan a curar radiaciones de una bomba atómica o la picadura de la serpiente del desierto, pero no una cornada, que tiene unas características muy peculiares y nada hay en el mundo que se le parezca.

“Hay menos cornadas porque los toreros conocen la técnica, pero son más graves”

-¿Es importante ser aficionado para ser buen cirujano taurino?

-Es fundamental. Hay que conocer en primer lugar el ámbito en el que uno se mueve. Un médico conoce la técnica porque la ha estudiado pero dentro del mundo del toro se producen una serie de circunstancias muy diferentes a cualquier otra disciplina.La cirugía taurina es tan especial no se aprende en la carrera. Por ejemplo, el toro es el único animal que produce una herida que no se estudia en ningún lado. Además, el torero no es un enfermo normal, sino muy sui géneris, con una psicología muy especial y hay que conocer todos estos detalles para dominar la cirugía taurina.

Hablamos con Ramón Vila tras la noticia en la que ha anunciado que cuelga la bata. Es un sí pero no. Dice que se va, pero se quedará en el burladero. Su afición por el toro y por la cirugía le tienen retenido en el burladero de médicos donde ha permanecido sin faltar a un solo festejo desde que entró en el equipo hace ahora 40 años. Se merece un descanso, pero es difícil entender la enfermería sin él, sin ese halo místico de ángel de la guarda que regalaba seguridad y confianza a los toreros en el ruedo.

-Usted ha sido buen aficionado, ¿qué toreros le han gustado?

-Empecé en una época en la que había grandes toreros como Antonio Ordóñez, Diego Puerta, Paco Cami­no… y me entusiasmó mucho Or­dóñez. Luego fui cambiando y pasé al toreo de pellizco y de arte de Curro Romero. Después he ido apreciando todas las características de cada torero, tanto de arte como de poder. Pero me inclino por el toreo sevillano, de mucha hondura y sentimiento. En la actualidad ha sido Morante el que me ha enamorado y Manzanares.

-No se ha perdido ni un festejo desde que entró en la enfermería.

-He ido incluso lesionado por una quemadura que tuve en la pierna. No he fallado ni un día porque me gusta tanto…

-Le ha tocado vivir una época sin apenas recursos a esta nueva en la que los avances, son casi milagrosos.

-Uno se va adaptando a los avances que hace la cirugía general. Uno de ellos, muy importante, ha sido la anestesia, que pasó del cloroformo a una anestesia local. Todo ha variado mucho y hoy en día estamos a años luz en cuanto a avances desde que yo empecé.

-Siempre presumió de ser amigo de los toreros.

-A mí me gusta mucho meterme en su vida, saber lo que sienten y sentir como ellos. Ello conlleva que te hagas amigos de casi todos los que pasan por tus manos. Mi amigo más íntimo fue Paquirri, porque la primera intervención que hice como cirujano de la Maestranza fue a él. Después he tenido muchos amigos como Ponce, Curro Romero, Manzanares padre e hijo, Espartaco… muchos. Es tan grande la unión que se forja entre paciente y médico que conlleva a una gran amistad.

-Le han “molestado” sus amigos muchas veces para curar una cornada.

-Muchas. Es que eran tan amigos que cualquier trastorno que tenían ya sea dentro o fuera del mundo taurino, me llamaban para consultarme.

“Curro Sierra, Mariscal y Márquez han sido las cornadas más graves que he intervenido”

-Hombre, siempre que sea para salvar una vida está justificado.

-Recuerdo que muchas veces ha tenido que venir a buscarme la Guardia Civil a la playa en la que yo veraneaba, entonces no existían los medios telefónicos de ahora. Una vez me localizó Espartaco cenando en el casino de Monte Gordo (Portugal) y desde ahí fui corriendo hasta Sevilla para operarlo. Fue tanta la repercusión que tuvo aquello que en el Casino me abrieron una tarjeta para entrar libremente al casino.

-¿Han cambiado las cornadas de antes a las de ahora?

-Sí, las de antes no eran como las de ahora. Había muchas cornadas pequeñas, menos graves… Hoy en día los toros son tan certeros que las cornadas son gravísimas. Ahora hay menos cornadas pero más peligrosas… ahí están las cornadas el año pasado de Aparicio, José Tomás y las que hemos sufrido en Sevilla. En una Feria de Abril puede haber dos o tres cornadas, y sin embargo antes había 25. También se operaba a muchos picadores y banderilleros, hoy en día no. Los toreros están muy bien preparados y conocen la técnica.

-El año pasado, el último suyo como cirujano jefe, hubo dos cornadas graves.

-Fueron dos toreros que podrían haber muerto y ahora están recuperados. Fueron dos cornadas gravísimas. Las de Luis Mariscal y Jesús Márquez y la de Curro Sierra en 2004, han sido los grandes logros de una carrera de 33 años, porque prácticamente estaban muertos. Fue gracias a que tenemos un equipo muy coordinado, con una enfermería muy bien dotada con todos los medios que había en su tiempo.

-¿La más grave ha sido…?

-Las de Luis Mariscal y Jesús Márquez, estas dos fueron más graves que la de Curro Sierra. Jesús Márquez llegó con un shock total y una parada cardiorespiratoria y yo creía que no lo sacábamos adelante. Ese día estábamos operando a otro torero, Espaliú. Menos mal que tengo los puestos obligatorios duplicados.

-¿Cómo es el comportamiento de un torero cuando entra a una enfermería?

-Es un paciente muy bueno, se entrega al médico y siempre está pensando en positivo. Nunca un torero me ha dicho, “¡me voy a morir!”, siempre piensa en mirar hacia adelante. El ejemplo más claro es el de Paquirri en Pozoblanco: “Lo demás está en sus manos”.

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