Con un paseíllo en Jerez de la Frontera y menos de una veintena por tierras aztecas, Guillermo Hermoso de Mendoza se plantó en Nimes dispuesto a jugársela con la osadía que da la juventud, pero también con la seguridad de quien sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. A algunos pudo sorprender que el hijo superase al padre cortando un rabo en tan mágico escenario; sin embargo, a su progenitor la hazaña no hizo más que ratificarle en lo acertado de la decisión que su vástago había adoptado al final de la pasada temporada, puesto que él mejor que nadie conoce los mimbres con los que se está construyendo su relevo, aunque para ese día aún falten muchas lunas en el cielo de Zaraputz.
– Pablo Hermoso de Mendoza: “Es hermosísimo realizarme como torero y como padre. A través de mi hijo estoy viviendo una nueva carrera. Es fascinante que lo que ya sentí en mi persona pueda revivirlo a través de él”
– Guillermo Hermoso de Mendoza: “Como padre es muy bueno. Como maestro, exigente; pero lo hace por mi bien, para que evolucione y llegue a lo más alto”
– “Guillermo está viviendo las dos caras: la buena de tener muchas más facilidades que cualquier otro chaval; pero también la difícil de que todo el mundo diga: a éste hay que exigirle”
– “Tenía incertidumbre por cómo iba a ser el público en las plazas grandes. Hasta hace poco tiempo solo había actuado en mi pueblo y en Mejanes. Luego, he sentido cariño tanto en Jerez como en Nimes”
– “Está muy verde porque solo ha toreado una veintena de novilladas, pero en cuanto a conocimientos de toros y encastes, de distancias, de terrenos, de caballos y equitación, está mucho más preparado de lo que yo lo estaba a su edad”
– “Hay pique, pero es amistoso. En Nimes, después de cortar yo un rabo, salió arreando; y si no llega a pinchar…”
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