En un parlamento con forma de hemiciclo se juega al juego de un ajedrez trucado, cuyo juego consiste en cómo escenificar como necesidad patria mi interés personal por el poder. En otro parlamento, con forma circular, se juega a un juego sin truco que consiste en escenificar como desde el miedo de un hombre se puede crear la felicidad colectiva. En un parlamento, moqueta en el suelo, sueldos públicos, la verdad dejó de ser una quimera para ser una falacia. En el parlamento circular, con tierra mojada o barro como alfombra, hay un quirófano dispuesto a intervenir los efectos de la verdad.
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