LISBOA (PORTUGAL)

Joao Moura y sus hijos, una epopeya sin fin

El maestro de Monforte celebró sus 40 años de alternativa y recordó la revolución que llevó a cabo en el toreo ecuestre a mediados de los años 70
Andrade Guerra
viernes 08 de junio de 2018

Fotos: JOAO SILVA

Joao Moura constituyó el epicentro de la cuarta del abono de Campo Pequeno, no solo por celebrar sus 40 años de alternativa sino también por la entrega y la sapiencia que le permitieron evocar la revolución en el toreo ecuestre que protagonizó desde la segunda mitad de los años 70.

El toro que rompió plaza, noble, no trasmitía. Joao Moura lo citó una y otra vez de largo, atacó de frente hasta consumar algunas suertes de mérito, aunque sin redondear. Con vergüenza torera, rehusó la vuelta al ruedo saludando una atronadora ovación en los medios. Los aficionados que conocen las cuatro décadas de gloria mourista esperaban que el maestro no se quedase en una actuación a medio gas -eso nunca pasaba con el Niño Moura y no pasó en esta ocasión-. Frente al cuarto, reservón, el jinete de Monforte sacó todo su repertorio, supo encontrar toro en todos los terrenos, además de mantener esa ligazón que caracteriza sus lidias. Alargó la faena, en tono creciente, finalizando con una sinfonía de brega templada marca de la casa que levantó a los tendidos.

Joao Moura hijo volvió a certificar el gran momento que atraviesa y eso se traduce en una poderosa seguridad ante cualquier tipo de toro. Poco le importó la mansedumbre del segundo, que no le impidió realizar una labor vibrante, sin fisuras. Su dominio de las suertes quedó patente a lo largo de una faena valerosa, de difícil facilidad. De nuevo impuso su mando al quinto, que cumplió, aunque en este caso hubo altibajos. En conjunto, dejó bien claro que está consolidando su puesto en la primera fila.

El joven Miguel Moura sorteó el mejor lote y lo aprovechó en gran medida. Al tercero, el toro de la corrida, noble y codicioso, le instrumentó una faena variada ejecutando las suertes con emoción, llegando fuerte al público, que no se cansó de aplaudir. Recibió al que cerró plaza con una escalofriante portagayola y supo mantener la tónica positiva de su paso por Campo Pequeno, donde tiene el crédito intacto de cara al futuro.

Finalizada la corrida, el novillero Joao Augusto Moura, sobrino del maestro, lidió un novillo. Realizó una larga faena, bien compuesta por ambos lados, pero la escasez de fuerzas del animal quitó brillo a su actuación.

Tres grupos de forcados amadores vecinos del homenajeado -Portalegre, Arronches y Monforte- se sumaron al exitoso balance de la noche, llevando a cabo seis pegas de cara, con buena técnica y mucha valentía.

Lisboa (Portugal), jueves 7 de junio de 2018. Toros de Manuel Assunçao Coimbra (1°, 2° y 6°), bien presentados y nobles, pero con poca chispa. Destacó el 6°, de franca embestida. Y de Romao Tenorio (3°, 4° y 5°), serios y encastados. El 3° fue muy codicioso. Un novillo de Torre D’Onofre, repetidor, sin fuerza. Joao Moura, ovación con saludos y vuelta con llamada a los medios; Joao Moura hijo, vuelta y vuelta; Miguel Moura, vuelta y vuelta; el novillero Joao Augusto Moura, ovación con saludos. Entrada: Más de tres cuartos. Antes de iniciarse el festejo se descubrió una placa conmemorativa en el atrio de la Monumental. Sonó el fado “Olé, olé, Joao Moura”, interpretado por Manuel da Cámara. El amador Tomás Moura, de 9 años, hizo el paseíllo al lado de su padre.

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